Olvidados✔

Capítulo 8;

Emma, al percatarse de la luz encendida,  ingresa lentamente a la habitación encontrando a los hermanos en la misma cama, pero con Mateo utilizando como almohada a su hermano.
— hola chicos—Emma ingresa a la habitación donde nota como Mateo está  dormido.

— shh— sigue Santiago, señalando a su hermano.

— ¿qué pasa?— murmura la joven.

— no podía dormir, tenía miedo.

Emma, asiente con la cabeza, —yo me haré cargo— la joven toma con cuidado la cabeza de Mateo para recostarlo sobre su almohada y así poder liberar a su hermano.

— bien, ya está— habla Emma, aún entre murmuro, — debes dormir.

Santiago asiente, aún con la mirada en su hermano pero se termina acostando.

— buenas noches— susurra la joven pero cuando apaga la luz, la vocecita de Mateo vuelve a la vida, entre una pesadilla,

— Mateo...

— yo voy— salta Emma, acercándose a Mateo, — hey, Mateo— le acaricia lentamente los cabellos encontrándose con los ojos del niño,

— ¿Emma?

—¿si?

—quédate aquí— murmura, —tengo miedo— por inercia toma la mano de Emma sin intenciones de dejarla  ir.

La joven mira de reojo a Santiago que está igual de sorprendido, pero la luz está apagada, Mateo tiene prisionera la mano de Emma, y comienza a dormirse de nuevo.  Sin más remedio, Emma se sienta sobre la alfombra junto a la cama de Mateo, bajo la atenta mirada de su hermano, en tanto, Mateo está soñando bonito  o sólo Emma se lo imagina sonriéndo...

El plan era que Emma permanecería con Mateo hasta una hora, cuando él se hubiera dormido complemente pero las cosas no pasaron así. Emma, se quedó dormida sentanda en el piso, con la cabeza sobre la cama, en una muy mala posición y con su mano aún sujetada por Mateo.
Lo que la hace despertar es el sonido de la puerta de la cabina que se cierra, lo que significa cambio de turno de guardia y por lo tanto de cuidadora. Aún en un sueño lejano, se percata de su situación y abre rápidamente sus ojos.

— Ay no— siente una punzada en su cuello y con la mano libre puede sacar su móvil donde ve el mensaje de Camila, la cual la espera fuera del hogar. 

La joven se desprende de la mano de Mateo con mucho cuidado de no levantarlo, y cuando tiene su mano de vuelta, se levanta lentamente, aún asi sus huesos estralan y, con una última mirada para los hermanos que duermen plácidamente, sale de la habitación con un horrible dolor de espalda. Para su suerte, no encuentra a ninguna de las cuidadoras y mucho menos a la directora...

▶▶▶

Aún con los dolores de la noche anterior,   la jóven recordaba la especie de sonrisa que vio en el rostro de Mateo y la cara de sorpresa de Santiago.
Todo marchaba bien hasta el momento, sentía que en un punto de su vida se estaba volviendo más buena persona.

Al día siguiente, se paseo por las habitaciones antes de la hora permitida, con especial interés en saber cómo estaban las cosas en la habitación de los hermanos. Sin embargo, cuando entro a la habitación se pudo encontrar solo con Santiago,

— Mateo se está cepillando los dientes–  habla Santiago.

— ah, okey— contesta Emma,

— lo que paso a noche...— salta el niño con la mirada perdida en algún punto del suelo, —él extraña a mamá, aún más por las noches— , la confesión de Santiago hace que todo tenga sentido, —no pensé que te pediría que te quedarás, lo siento.

— ¿por qué?

— dormiste en el suelo

— ah si— la joven rie para restarle importancia, —fue una grata experiencia—, aún así, le roba una fugas sonrisa a Santiago, — bueno, cualquier cosa, estaré por aquí— sin más que decir se direge a la salida y cuando tiene su mano sobre el pomo de la puerta, escucha la voz de Santiago casi como un susurro diciéndole adiós pero Emma, le dedica una dulce sonrisa antes de salir por completo.

Mientras que en las otras habitaciones puede ver a Taylor leyendo su libro junto a la atenta mirada de Fátima y en la habitación A, encuentra a más uñas pintadas.

Cuando baja a la cocina, a la hora de la cena para las cuidadoras y Hanna, las encuentra discutiendo acerca de un tema en particular,

–llévaselo tú— Habla Debora cruzándose de brazos ante Hanna que le sostiene el plato de comida,

— Ay por favor, a ti te gusta— sigue Paola haciendo que Debora se sonroje rápidamente,

—hola— saluda Emma, avisando de su precensia, en ese momento, Debora  sale de la cocina con Paola de tras, insistiendo, — ¿qué pasa?– está vez, Emma se direge a Hanna que aún sostiene el plato entre sus manos.

— es para el guardia, creo que tendré que ir yo.

Emma, levanta sus cejas, recordando al desconocido con sus movimentos de cabezas diarios.

— yo lo hago— contesta la joven, tomando el plato ante de cualquier palabra de Hanna.

La joven, camina lentamente, con cuidado de no derramar nada hasta llegar a la cabina. Una vez allí, golpea la puerta tres veces y cuando la misma se abre deja al descubierto al guardia desconocido, con sus cabellos rizados, ojos verdes, piel blanca y tan joven como Emma.

— hola— contesta al fin, con su voz ronca.

— hola— Emma sonríe amistosamente, hasta que le entrega el plato,

— gracias– el joven le regala una sonrisa de lado dejando ver el oyuelo en su mejilla,

— de nada pero..pensé que eras mudo o algo asi.

— ah ¿si?

— si, creo que te salude todas las veces que llegó aquí y tu solo haces esto...- repite el movimiento de cabeza.

— es un buen saludo.

— no, no lo es. Las personas normales dicen hola, buenas, chau, adiós

— okey— sigue con una sonrisa plantada en su rostro, – lo implementare-

—bien— la joven gira sobre sus talones para irce pero regresa, —por cierto, soy,  Emma.

— Thiago— contesta el joven.

— bien.

—adiós— sigue Thiago sin poder evitar sonreír, sin embargo Emma no dice nada y se aleja.

Cuando llega a la cocina, también entra Debora con Paola,

— le llevaré la comida— dice Debora para Hanna, pero esta última mira de reojo a Emma,

—Am, ya se lo llevó Emma— y esas palabras  hacen arrugar la frente de Debora....