Capítulo 3.

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En medio de la lluvia intensa que se escuchaba en aquel lugar, se podía escuchar dos respiraciones que intentaban volver a su ritmo inicial: tranquilo

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En medio de la lluvia intensa que se escuchaba en aquel lugar, se podía escuchar dos respiraciones que intentaban volver a su ritmo inicial: tranquilo. Gohan y Seiren solo miraban al techo, ambos echados en aquellos futones que se encontraba un tanto desordenado por el reciente encuentro que habían tenido, desnudos y tomados de la mano tal cual dos enamorados. Estaban disfrutando de aquel momento en silencio, queriendo aplazarlo lo más posible.
Muy dentro de ellos, ambos sabían que, quizás, ya no iban a poder estar nuevamente de esa forma, pero estaban intentando no pensar demasiado en ello, solo centrándose en la entrega de cuerpo y alma que habían realizado.

La intimidad no solo constaba del sexo para ellos, iba mucho más allá.

Ciertamente no era la primera vez que lo hacían, ya llevaban tiempo realizándolo, empero, no era muy constante ya que no se veían seguido o algunas veces solo Gohan la visitaba rápidamente para ver cómo estaba.
Seiren realmente lo había añorado, pero no podía exigir por la situación en la que estaban envueltos ambos.
Era la dura realidad que debían afrontar.
La de cabellos largos desvió su vista al rostro del chico, quien estaba sereno y observaba el techo aún, así que se decantó a contemplarlo en silencio, como queriendo grabarse en lo más profundo de su memoria ese instante.

Le encantaba verlo así, tranquilo, no con su acostumbrada seriedad que mostraba ante el mundo.

—¿Sucede algo? —Preguntó Gohan en un susurro cuando notó que ella lo observaba, girándose para quedar de medio lado y sonriéndole tenuamente.

—Nada, solo... te extrañé —confesó Seiren mientras se volteaba a su dirección y se apoyaba en su pecho, escuchando el pulso cardíaco de él, cosa que le brindó confianza y serenidad.

—Yo también, como no tienes idea —admitió el pelinegro, posando su brazo en la cintura de ella de forma suave, acariciando sutilmente esa área.

—¿Cuándo piensas comenzar a entrenar a Trunks? —Se animó a cuestionar la chica, percibiéndose algo arrullada por los mimos de su contrario.

—Mañana mismo —respondió el chico, notando cómo la fémina se juntaba más a él, en un gesto silencio que le daba a entender que su ánimo estaba decayendo—, pero a partir de la tarde —se apresuró a decir, un tanto melancólico—. Podemos pasar un par de horas más mañana —consoló murmurando en su oído.

—Creo que ya estamos en el "mañana", Gohan —jugueteó la chica, consiguiendo aligerando la tensión considerablemente.

—Tienes razón —rió Gohan alegremente, como pocas veces lo hacía, y, momentos después, besó afectuosamente su coronilla—. Voy al baño —informó separándose de la de luceros cafés muy a su pesar. No quería alejarse, pero su sistema se lo pedía.

Cuando Seiren se vio envuelta en la soledad, se decidió a levantarse y arreglar todo nuevamente y vestirse, sabiendo que ahora sí iban a dormir. Se volvió a acostar y se quedó absorta en sus pensamientos, evocando el momento donde ambos iniciaron con eso; no recordaba con exactitud cuánto tiempo llevaban con ese tipo de encuentros —aunque no había iniciado de manera sexual—, era como... si fuera de siempre, como si no hubiera tenido un comienzo. Como si fuera algo normal, cotidiano.

Simplemente había surgido.

Toques quedos, miradas que transmitían más de lo que se imaginaban, sonrisas cómplices, jugueteos tiernos y palabras que decían mucho. Cada uno de ellos iban en aumento hasta que llegaron a ese momento de sus vidas, hasta que comenzaron a mostrar gestos cada vez más intensos, hasta que tuvieron su primera vez.

Ambos eran inexpertos, ninguno de los dos antes había tenido un amorío o algo similar; mientras Gohan ponía frente a los androides y entrenaba para vencerlos, ella se dedicaba a intentar salvaguardar a la gente en los ataques y atenderlos —era una especie de enfermera—. No tenían tiempo para aquello, no mostraban ni una pizca de interés siquiera.

Pero... se conocieron, quizás no en las mejores circunstancias, pero coincidieron al final de cuentas.

Gohan vio la valentía y fiereza que esa humana poseía, aquellas que le empezaron a despertar algo en él que yacía dormido por muchos años, del que se había aislado con tal de vengar a sus amigos caídos en las batallas y derrotar por fin a aquellos androides. Se entregó tanto a aquella meta que fue olvidando, poco a poco, su vida anterior; su instinto saiyajin predominaba más en ese entonces, pero aquella chica comenzó a ablandarlo, a hacerle entender que, por más que se negara, él también era un humano que necesitaba cariño y comprensión.

Aunque se mostró reacio al inicio, aunque intentó no cogerle cariño a Seiren, al final terminó sucumbiendo, rindiéndose ante aquellos sentimientos que creyó nunca tener, que no pensó necesitar, que no eran su prioridad.
Y así fue surgiendo aquello, lentamente, pero de forma abrumadora en sus interiores.
¿Eran pareja? No lo sabían con certeza ya que nunca se habían puesto a hablar de aquello, pero tampoco lo veían del todo necesario; preferían pasarla juntos en las oportunidades que se les presentaban, simplemente.

En realidad, nunca se habían puesto una etiqueta.

No eran novios, no eran amantes ni amigos con derecho; no eran nada, pero al mismo tiempo lo eran todo. Era algo inexplicable, inexorable, solo estaba allí y eso era más que suficiente para ambos.
¿Amor? Quizás iba más allá de eso; era una conexión.
Salió de sus divagaciones cuando vio que Gohan regresaba ya vestido, dedicándole una sonrisa cuando la vio, y se arropó y acostó a su lado en silencio. No necesitaban hablar realmente; habían llegado a tal grado que con simples miradas o gestos se entendían.

Ambos sabían que pertenecían al otro, aún si nunca habían hablado de aquello. Era un pacto silencioso que tenían desde tiempo atrás.

 Era un pacto silencioso que tenían desde tiempo atrás

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-Lindassj1

𝐇𝐨𝐠𝐚𝐫 |GoнαɴхFeмαle!OC| [Drαɢoɴ Bαll]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora