Capítulo 1: Una se acostumbra a las irracionalidades.

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Una suave brisa veraniega entró por el gran ventanal que daba al balcón, trayendo consigo una voz masculina que resonó en sus oídos dormidos.

-Ayúdala.

Los ojos de Emily se abrieron de pronto, y sus ojos se encontraron con el techo de la habitación iluminada por la hermosa luz de la luna. Su sexto sentido automáticamente le indicó que mirara a los pies de su cama, donde una energía oscura, con una forma humanoide no tan definida, reposaba intranquilamente.

-Debes ayudarla... ayúdala...- La voz se distorsionaba, Emily supo de inmediato que no era un espíritu viejo, sino alguien que murió hacía poco tiempo.

- ¿A quién? ¿Cómo se llama?

El espíritu quiso decir algo más, sin embargo, no pudo formular otra palabra clara. Habló un par de frases en lo que Emily reconocía como el idioma de las almas y, ante el hecho de no poder hablar castellano claramente, el espíritu enfureció. La masa de energía comenzó a crecer a un ritmo que la chica pocas veces había visto, estaba perdiendo aún más el control.

-Debes calmarte, es normal que no puedas hablarme, pero...

Pero quien sea que fuese, no la escuchó. Su cuerpo se elevó sobre la cama, con sus brazos y sus piernas estiradas, y dejándola inmóvil. El espíritu estaba tratando de poseerla, sin embargo, Emily luchó contra su control y logró hacer que la dejara caer en la cama nuevamente.

Tenía suerte de que él o ella no fuese lo suficientemente fuerte, porque la había agarrado con la guardia baja y podría haberlo logrado con un poco más de poder.

- ¡Ayúdala! ¡Se... se...!

La energía oscura se disipó por completo, dejándole a Emily un mal sabor de boca y un terrible dolor de cabeza. Se levantó de la cama y fue a la cocina por un vaso con agua aún con el episodio en mente. Sus años como médium le habían enseñado muchas cosas, pero descubrir fácilmente el anonimato de un alma no era una de ellas.

Al menos tenía una premisa, era una persona que murió hacía poco tiempo. A juzgar por su poca capacidad de tomar forma y el color de su energía, estaba cargado con muchos sentimientos negativos. A sabiendas de que ya no podría dormir, tomó su computadora y prendió la luz de su habitación dispuesta a comenzar su investigación. Sacó de su mesa de noche un cuaderno azul y una lapicera negra y puso manos a la obra.

Antes de comenzar, miró el reloj: las 3:33 A.M. Soltó un suspiró cansado y abrió el buscador.

Emily despertó de pronto, se había quedado dormida unas horas después de comenzar su investigación, alguien estaba golpeando estruendosamente la puerta principal de su apartamento.

-Carajo... - Susurró, mirando la hora. ¿Quién querría molestar un sábado a las 11 A.M.

Se levantó a duras penas y se dirigió a la entrada. En cuanto abrió, lamentó no haberse mirando en el espejo... o lavado la cara. Dos policías, un hombre y una mujer, estaban en la entrada.

-Buenos días... - Saludó.

-Buenos días, señorita...

-Guillermes, Emily Guillermes. – Respondió.

El policía asintió y siguió hablando.

-Somos los oficiales Rodriguez... - Apunto a la mujer. – y Matheu, estamos tomando la declaración por un incidente que ocurrió anoche entre las 2 y las 3 de la madrugada. ¿Qué hacía usted a esa hora?

-Dormir, como la gente normal. – Respondió, con su mejor voz de no me jodan más. Asumiendo que habrían robado a mano armada otra vez, esas cosas sucedían mucho en su barrio y esta no era la primera visita de la policía que recibía.

- ¿Escuchó algo? ¿Algún ruido, un sonido como de disparos?

Emily negó con la cabeza.

-No. Y, ya que me están molestando en mi día libre ¿Me pueden decir qué están buscando?

-Un hombre fue asesinado anoche. – Lanzo la agente Rodriguez sin más. – Estamos buscando pistas sobre su asesino.

La mente de Emily ancló los sucesos rápidamente, como si se tratase de un rompecabezas.

- ¿Él estaba sólo?

Ambos policías la miraron con interés.

-Pregunto porque es extraño, todo el mundo sabe que no debe andar solo por este barrio. Más aún a esa hora.

-Deje las deducciones para los profesionales. – Le gruñó la mujer. – Ahora responda ¿Estaba usted sola?

Emily respondió a todas las preguntas, las cuales se sabía de memoria, con la misma paciencia habitual. Una vez que los oficiales estuvieron conformes, se marcharon. Antes de cerrar la puerta los observó abordar uno de los ascensores, y notó que el de al lado estaba subiendo a otros visitantes. Seguramente sería Ricky, el empleado de la inmobiliaria, tratando de alquilar uno de los departamentos vacíos. Claro que nunca lo lograba, a nadie le gustaba convivir con fantasmas... sí, como leen. El piso entero estaba embrujado, y la única que había durado allí era ella. Claro que no fue tarea fácil, pero si a ella le había costado, entenderán que a personas normales les sería prácticamente imposible. Al fin, cerró la puerta. Luego de eso, entró al baño para darse una ducha, era lo que hacía cada vez que comenzaba un caso.

Mientras lo hacía, escuchó la voz de Ricky, vívida como siempre, tratando de convencer a alguien. Emily sonrió debajo del agua, parecía que lo estaba logrando. Podría apostar con James cuánto tardaría en espantarlo esta vez.

Desde que tenía memoria, Emily podía ver fantasmas, espectros y toda clase de criaturas sobrenaturales. James era uno de los tantos con los que se había topado y el causante de que pagara menos de alquiler. Así mismo, podía percibir la energía de los seres vivos, especialmente de los humanos. Era por eso por lo que, desde sus 13 años, había estado envuelta en innumerables asuntos paranormales muchos de los cuales le habían generado problemas. O quizá eso era por su inexperiencia, últimamente evitaba las malas situaciones lo más que podía, llamar la atención no era bueno cuando tenía que recabar información.

Por lo general, eran fantasmas los que acudían por su ayuda, pero también se había corrido el rumor entre los vivos, por lo que de vez en cuando golpeaban su puerta para pedirle cosas de los más insólitas. Sin embargo, siempre había logrado mantener el perfil lo suficientemente bajo como para tener una vida tranquila y normal.

No ayudaba por dinero, ni por fama, lo hacía porque sentía que ese era el motivo por el cual sus dones se le habían sido concedidos. No era poca cosa lo que Emily podía lograr, de hecho, muchas de sus capacidades permanecían en las sombras por su propia voluntad puesto que tenía miedo a lo que podría lograr con ellas. Había conocido a otros médiums como ella, hombres y mujeres que podían ver recuerdos tocando cosas, escenas del pasado, que podían ver el aura tan claramente como veían el resto del mundo, que podían hablar con fantasmas, sin embargo, ninguno podía hacerlo todo junto.

Podría decirse que ella tenía el paquete completo.

Esta es la razón de sus hazañas y sus logros, si ella era la única en su especie, debía de ser por algo. Si el universo le había concedido esos dones, entonces ella debería ser digna de ellos. Por algún motivo, de todas sus opciones, eligió esto como filosofía de vida.

Esta motivación intrínseca le costó demasiado, no tenía amigos ni familiares cercanos a los cuales recurrir, y vivía aislada como una ermitaña trabajando como ingeniera en sistemas desde su casa para no tener contacto con nadie más. Emily, mejor que nadie, sabía que el mundo detrás del velo, como solía llamarlo, era un territorio por el cual caminar a solas. Un paso en falso, y tu vida acabaría.

Así de simple. Los humanos eran increíblemente frágiles.

Llegó a pensar que aquello con lo que había nacido era un castigo, una especie de forma para pagar los pecados cometidos en su vida pasada ya que, hiciese lo que hiciese, no podía simplemente ignorar lo que veía, aunque nunca podría confirmar si era realmente así. Sólo le quedaba aceptar que nació con esa pesada carga, y que debería llevarla sola.

Estaba segura de eso, hasta que alguien más golpeó la puerta y todo en lo que creía, se comenzó a derrumbar. 

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