Capítulo 4: Los celos y la ira suelen ir de la mano

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Emily llegó a su departamento con una sed impresionante, a pesar de haber sido precavida y haberse llevado una botella de agua, lo primero que hizo fue ir hasta la heladera y beber de la jarra agua helada.

-Wow... nunca deja de sorprenderme cómo te deshidratas cuando tenés una visión...

James estaba parado a su izquierda, apenas a tres pasos de distancia, con las manos en la cintura y una sonrisa divertida.

-Odio cuando pasan estas cosas... - Respondió Emily luego de vaciar la jarra.

Secándose el excedente de agua con la mano, dejó el recipiente en el lavaplatos y se sentó en la mesa.

-Alguien secuestró a la hija del fantasma... y él quiere que la busque.

- ¿Sabés dónde está?

Emily negó con la cabeza, unas pronunciadas ojeras comenzaban a marcarse debajo de sus ojos. Había trabajado bastante ese día, terminando un trabajo no espiritual que le habían solicitado, y había aguantado despierta hasta esa hora sólo para poder ir a ver la escena del crimen.

Muchas veces James se preguntaba cómo su cuerpo físico soportaba ese desgaste. Después de todo, los fantasmas solían atormentarla cada muy poco tiempo. Los médiums no eran tantos como para cubrir a todos los muertos estancados en el limbo, y muchas veces Emily debía encargarse de dos o tres casos a la vez.

La mayoría de los espíritus decidían quedarse rondando a sus familiares cercanos y no les molestaba no cruzar, sin embargo, siempre estaban los problemáticos. James solía evitar que los demás espíritus en el edificio rondaran el departamento de Emily, a excepción de quienes necesitaban ayuda. No estaba seguro de si ella sabía de la existencia de los demás, pero prefería que no.

-Tengo muchísimo sueño... - Se quejó, acostándose sobre la mesa.

-Andá a la cama.

- ¿Me despertas a las 7? Voy a ir a visitar el buffet donde Octavio trabajaba.

James asintió y ella se levantó para dirigirse a su cama.

-Gracias James, descansa en paz. -Bromeó sonriendo.

-Púdrete. – Sonrió él, y desapareció.

- ¡AHHHHHHHHH!

Emily despertó de súbito, se sentó en la cama escuchando los gritos de su vecino. Miró el reloj: las 7:00 A.M.

-La puta madre... ¡James! – Gruñó para no gritar.

Él apareció de pronto, con una sonrisa satisfecha en el rostro.

-Buenos días, bella durmiente.

- ¿Gritos? ¿En serio?

-Dijiste que te despertara a las 7... - Se defendió, haciéndose el inocente.

Emily se levantó de la cama refunfuñando y escuchando a Warren decir cosas en inglés, marchó a la cocina.

- ¿Qué le hiciste al pobre? – Preguntó ella mientras se preparaba el desayuno.

-Hice que le cayera sangre en la cara mientras dormía y que después desapareciera... cuando se fue a ver al espejo ya no tenía nada. También hice que tuviese un par de pesadillas...

Emily negó con la cabeza, sonriendo. James estaba siendo amable, podría haber comenzado mucho peor.

-Te quedan 29 días...

-Dijiste que fuese sutil...

-Dijiste que no me ibas a hacer caso...

Él rodó los ojos.

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