Capítulo 2: El color que nos rodea.

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Emily esperaba encontrarse con Ricky y su sonrisa amable, pidiéndole que le explicara al potencial nuevo inquilino que no había problemas con ese piso (Una mentira, claramente). Lo hacía siempre que mostraba el departamento, y ella lo ayudaba sólo porque él siempre era muy amable. Sin embargo, la chaqueta roja y la corbata a juego no fue lo que se encontró.

Un chico alto, lo suficiente como para competir con la altura de la puerta, y que nunca había visto antes apareció frente a ella. Emily tuvo que elevar el mentón hacia arriba para poder mirarlo, pero eso no era lo que la sorprendió, sino el color de su energía.

Su aura, mayormente verde, estaba triste, muy triste, a pesar de su sonrisa amable.

-Hola... soy Warren. – Saludó. – Me voy a mudar acá al lado, así que me disculpo por adelantado. Seguramente haga mucho ruido.

-Un placer, Warren. Soy Emily, no dudes en preguntarme si necesitas algo... - Respondió ella con una sonrisa. – Warren no es un nombre habitual en Argentina, ¿Sos extranjero?

Él asintió.

-Hace tres años me mudé desde Minnesota, Estados Unidos.

-No se te nota el acento.

-Mi mamá era Argentina, Salteña para ser más precisos... - La tristeza de su aura se disipó por unos segundos, el recuerdo de su madre enterneció el corazón de Warren, aunque fugazmente. Emily sonrió con tristeza. Las personas con ese tipo de energía solían estar al borde de episodios depresivos. – Bueno, me tengo que ir. Un placer conocerte, Emi... - Comenzó a caminar hacia el ascensor.

-Igualmente... eh... - Emily trató de pensar en un apodo para él, pero nada se le ocurrió.

-No te esfuerces, mi nombre no tiene diminutivos. – El chico sonrió ampliamente y entró al elevador dejándola sola con sus pensamientos.

-Con él puedo romper mi récord. – Aseguró James mientras Emily cocinaba.

-No creo que puedas hacer que se vaya en menos de un mes... te doy dos meses, cuanto menos.

-No, este tiene problemas psicológicos. Se le nota en la cara, un empujoncito y va a salir gritando como una nenita.

Emily rodó los ojos, James era uno de los fantasmas carismáticos. Si alguien además de ella pudiese verlo, no notaría que era un fantasma. Solía tomar su forma humana cuando estaba cerca, y había dejado de intentar espantarla luego de que Emily ayudara a su mujer a pasar del otro lado. Sin embargo, él no había querido ir con ella.

Nunca le dijo a Emily porqué decidió quedarse y ella no preguntó.

Así que ahí estaban los dos, luego de dos años, apostando sobre el pobre desgraciado que se estaba mudando al lado.

-Él está muy triste... - Dijo Emily mientras lavaba los platos de la noche anterior. – No lo presiones demasiado ¿Sí? O no serás el único amo de este piso.

- ¿Estás tratando de ganar ventaja? – Él elevó una ceja sonriendo, estaba cruzado de brazos con la cadera en la mesada.

-No necesito eso para ganarte. – Replicó Emily secándose las manos. – Pero no quiero más fantasmas molestándome cuando están aburridos.

James sonrió, después de tantos años muerto, podía dominar su forma perfectamente. Realmente, parecía humano.

-Cambiando de tema... ¿Quién es el nuevo caso?

-No lo sé con exactitud, creo que es un hombre que murió acá cerca anoche. Seguramente por un robo a mano armada, ¿Te enteraste de algo?

-No hubo ningún robo, pero sí un altercado a unas cuadras. Un tipo murió...

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