Capítulo 3: El último recuerdo.

12 4 4
                                    

-Hola...

-Hola. – Una mujer rubia, vestida de policía, estaba parada frente a una Emily muy confundida.

- ¿Quién sos?

Emily elevó una ceja.

- ¿Disculpa?

-Te vi hablando con Lucas antes.

Emily la recordó fugazmente, era quien se acercaba cuando estaba hablando con su amigo. ¿Cómo había conseguido su número de departamento?

-Ajá... Qué te importa. – Quiso cerrarle la puerta en la cara, pero ella se interpuso.

-Te estoy haciendo una pregunta.

-No me interesa. – Emily la abrió nuevamente pero no la dejó dar un paso dentro. – No tengo idea de cómo llegaste a mi departamento, pero te tenés que ir.

Observó con atención el color de su aura, era de un rojo más tirando a borgoña. Oscuro, amenazante, perturbado.

Una persona peligrosa.

No lo había notado en el momento que ella se estaba acercando a ellos, quizá porque toda esa energía negativa la produjo el encuentro y las maquinaciones dentro de su cabeza. Seguramente sería la novia de Lucas, o su amante. Fuese como fuese, consideraba a Emily una amenaza y eso era peligroso para ella.

- ¿Quién sos y qué hacías con Lucas?

De pronto, su intercomunicador sonó.

- ¿Méndez estás ahí? Cambio.

Ella tomó el aparato en sus manos y tocando algún botón extraño, respondió llevándolo cerca de sus labios.

-Acá Méndez, ¿Qué pasa? Cambio.

-Todos te están buscando ¿Por qué te fuiste de tu puesto? Cambio.

Mirando a Emily de reojo, respondió.

-Vi a alguien de sospechoso y lo seguí para interrogarlo, ya estoy volviendo. Cambio.

La persona al otro lado no respondió más, Méndez se acercó unos pasos a Emily, pero ella no retrocedió. El aura roja la agobiaba de tal manera que la chica sentía ganas de salir corriendo, la mujer estaba muy enojada.

-No te quiero ver cerca de él otra vez... - Llevo una de sus manos a su arma, un intento de amenaza. - ¿Está claro?

Emily no quería asentir, sin embargo, se vio obligada a hacerlo. Estaba segura de que las cosas podían pasar a mayores si no colaboraba. Méndez se vio satisfecha con su respuesta no verbal y volteó para desaparecer dentro de uno de los ascensores. Tan pronto como pudo reaccionar, Emily cerró la puerta con fuerza y puso el seguro.

Los vivos le daban más miedo que los muertos porque, a pesar de no tener figuras espeluznantes, ellos podían dañar incluso con más facilidad que los espíritus.

- ¿Te vas a morir? ¿Querés que llame a una ambulancia?

-Esto no es gracioso, James. – Gruñó Emily con el corazón golpeándole el pecho.

- ¿Es tan peligrosa?

-Está loca. – Sentenció ella caminando hacia el cuarto de estar y, tomando su computadora, se sentó en el sofá. – Su aura es fuertísima, realmente estaba enojada, o celosa, o todo junto.

James se sentó a su lado, el mullido almohadón cedió sobre su peso. Aunque los fantasmas no eran de carne y hueso, estaban hechos de energía que se volvía más pesada y poderosa conforme pasaban los años.

La MédiumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora