El desfile había sido todo un éxito, igual que siempre, a mitad de la pasarela estaba Edda con un ramo de rosas recibiendo los aplausos y destellos de las cámaras. Con un vestido color carmesí hasta las rodillas; modesto en la parte de adelante con una abertura reveladora en la parte de atrás dando mucho que mostrar, con sandalias de brillantes que la hacía ver más alta de lo que era. Con un recogido en la parte alta, dejando algunos mechones sueltos dándole más suavidad a su rostro perfilado. Y un maquillaje suave que realzaba sus ojos color esmeralda, y sus labios rojos como la pasión.
Todos las admiraban y al mismo tiempo la catalogaban "La reina de hielo" por su forma de ser, casi nunca sonreía incluso esa noche que debía ser de felicidad para ella. Sosteniendo el ramo de rosas solo pensaba una cosa. Tener que soportar a todos a su alrededor, dándose la vuelta desapareció de la pasarela entrando al lugar donde estaban todas las modelos y sus estilistas desmaquillándolas y desvistiéndolas. Poniendo el ramo de flores en la mesa. Comenzó a dar órdenes a todos,
—Quiero que los diseños estén en una sola pieza y sin un rasguño. — ¡Oye tú, acaso no oíste lo que acabo de decir!
Dirigiéndose a la joven que temblaba al ver que Edda se dirigía a ella
— Scusa, starò più attento
Todos a su alrededor quedo en silencio, viendo la escena, ya que la última pasante no tuvo tanta suerte
Edda iba a responder cuando fue interrumpida
—Edda haya afuera esta la prensa, quieren que les des una entrevista —Anuncio Aida su asistente
—Bene, en un segundo voy, encárgate de lo demás. Y Llama a mi chofer para que tenga el auto preparado —le ordeno como siempre con una seriedad a la cual Aida ya estaba acostumbrada y era otra noche que iba a llegar tarde al hotel donde se hospedaba con su jefa.
Odiaba dar entrevista era lo único que no soportaba de su profesión, todo había terminado y al salir del Palazzo en Milán donde había sido el desfile. Su chofer la estaba esperando para llevarla al hotel donde se estaba hospedando. Al entrar al vestíbulo todo el mundo voltio a mirarla, todos sabían quién era ella. Más a ella no le importó en lo absoluto su atención, el gerente del hotel personalmente le entrego la llave de su suite esperando a que ella se mostrara cordial pero eso nunca paso.
—No quiero que me molesten al menos que sea mi asistente y mucho menos me pasen llamadas — le pidió de forma hostil, entrando en el acenso marcando su piso, dándose de cuenta de quién era hombre que iba a su lado con dos hombres más que debían de ser sus hombres de seguridad. Los cuales ignoro como lo hacía con todos.
— Mientras mantengo el sabor de conco frente a frente a Edda Greco —le dijo el hombre con una sonrisa en sus labios
Edda lo observo con altanería, sabía perfectamente que era Dante Santoro productor de cine reconocido mundialmente, un hombre sumamente atractivo con muchas mujeres a su alrededor. El prototipo de hombre que detestaba al igual que otros. Pero ella no le iba a dar el gusto de admitir quien era
—Creo que no puedo decir lo mismo que usted, Cuándo no sé quién es —le confeso con ironía, al mismo tiempo que se abrían las puertas, saliendo ella primero dejando a Dante avergonzado delante de sus hombre.
Saliendo de detrás de ella la alcanzo cuando Edda estaba introduciendo la llave de su suite, la tomo del brazo girándola hacia él, y ella pudo ver en su rostro lo mucho que le había afectado su indiferencia típico de un hombre como el
— ¿Acaso no sabes quién soy yo? —le pregunto incrédulo
—Mire Signore, no me importa ¿Quién es usted?, ni porque quiere que yo lo sepa. Solo le voy advertir una cosa, o me suelta o no respondo, y créame un hombre como usted no querrá quedar en ridículo por causo de una mujer ¿o sí? —le reto con un aura de frialdad zafándose de su agarre logrando abrir su puerta.
Dante le irrito su personalidad, las revista y periódicos hablaban de lo maravillosa que era como diseñadora, y algunas veces la llamaban "la reina de hielo" sintiéndose intrigado por saber cómo sería tenerla en personal. Pero esa mujer parecía un tempano de hielo, su mirada no mostraba emoción alguna y de su boca solo salían palabras frían sin sentimientos. Y lo peor de todo era que aunque no era una belleza como las que estaba acostumbrado, esa mujer tenía algo que lo intrigaba y eso le gustaba.
—Créame que muy pronto vas a saber quién soy yo Edda Greco —le prometió al verla entrar a su suite, cerrando la puerta fuertemente, dejándolo allí como un imbécil por primera vez en su vida.
Al cerrar la puerta le valieron las palabras de ese hombre, aunque sonrió satisfecha odiaba a ese tipo de hombres, todos creían que con solo una sonrisa seductora y un rostro y cuerpo atractivo. Podía tener a cualquier mujer comiendo de sus manos, pero estaban equivocados si creían que con ella iban a poder. Fue a la barra de las bebidas sirviéndose una copa de vino
—Brindo por ti Edda, por tu éxito, nunca más, nadie te va a pisotear. —Tomando un sorbo a su copa, llegando a su mente recuerdos nada agradables.
Fue a su habitación desprendiéndose de su vestido, entrando a la ducha dejando que el agua cayera en su rostro desprendiéndose de esos recuerdos que la afectaban en gran manera. Unos labios se posaron en su cuello sabiendo perfectamente quien era, girándose enredo los brazos en el cuello del hombre de manera seductora
—No sabes cuánto añore volver a tenerte en mis brazos Carissima —Musito Giorgio tocando los labios de Edda efímeramente con los suyos a modo de provocación
Edda reclamo sus labios hambrientamente enredando su lengua con la de el en un beso vibrante lleno de algo sucio, de necesidad donde no entraba el amor. Solo se buscaban cuando se necesitaban mutuamente. Como en ese momento, Giorgio la pego de la pared donde le caía a ambos el agua de la regadera agarrándola de las piernas para que Edda lo rodeara con ellas en su cintura. Adentrándose en ella de una fuerte embestida, donde los dos gimieron al unisonido; su cuerpo le pedía más con cada estocada que Giorgio le daba con fiereza, cuando de pronto su mente le jugó una mala pasada, viniendo a ella la sonrisa de Dante Santoro, detonando que el deseo en ella, quedando en cero.
— Distensión Giorgio —le dijo con brusquedad
— ¿Pasa algo? ¿hice algo que te incomodo? —pregunto el hombre poniéndola de pie mirándola confundido
—Déjame sola, luego hablamos —le contesto tomando un alborno saliendo del baño dejándolo insatisfecho
Giorgio la observo, Edda jamás se había detenido en ningún acto sexual entre ellos, esa era la primera vez y eso lo intrigo.
— ¿Dime te aconteció algo que te pusiera de esta manera? —le pregunto al verla servirse una copa de vino que se la bebió por completo.
— ¡Yo no tengo porque darte explicaciones de lo que me pasa!, lo único que tenemos tu y yo es puro sexo. ¡Así que vete y déjame sola! —le contesto hostil desapareciendo de la vista de Giorgio.
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Cicatrices Del Alma
RomanceEn un pueblo remoto de Florencia Italia había vivido Giada, una joven inocente que tuvo la desgracia que sus papas murieran en un accidente automovilístico dejándola al cuidado de sus tiranos tíos. Que solo les interesaba el dinero, vendiéndola al...