Sentía sus manos asquerosas en su cuerpo, como la hacía suya sin piedad por más que le decía que se detuviera. Al mismo tiempo que le daba un fuerte golpe en su rostro dejándola inconsciente. Despertando después con un fuerte dolor en su ojo derecho desnuda, con varios moretones en sus brazos y piernas. Solo tenía quince años como toda chica a su edad debió de vivir una vida normal pero en cambio, vivía en ese infierno con ese hombre que solo la utilizaba sexualmente. Todo por culpa de sus tíos que eran avariciosos vendiéndola al mejor postor separándola de su hermana que solo tenía 10 años, Temiendo por el destino de ella.
Edda despertó agitada con una capa de sudor en su frente. Tenía tanto tiempo que esos recuerdos horrorosos no venían a su mente, cubriéndose el rostro con sus manos se dijo que tenía que controlarse, todo era culpa de ese hombre y los enfrentamientos a los que se había sometido. Ya estaba amaneciendo eran casi las sietes, levantándose de su cama fue a la cocina donde ya se encontraba Prudenzia con dos de sus ayudantes las cuales se paralizaron al verla
—Buon Guorno Signora, ¿se le ofrece que le sirva algo?
—Prepárame un Vaso de jugo de naranja recién exprimido y que lo suban a mi habitación voy a salir. Dile a Pamela cuando se despierte que vaya a la casa de moda tengo algo que hablar con ella — le dijo con un tono de voz amable que nunca utilizaba con nadie.
Al terminar de arreglarse y darse los últimos retoques, tocaron la puerta entrando una de las jóvenes que Prudenzia había contratado para que la ayudaran.
—Aquí está el jugo que pidió Signora —dejándolo en la mesa al lado de la cama
— ¿Cómo ti chiami? —le pregunto Edda pasando a su lado para tomar en contenido del vaso.
—Soy Chantiana —respondiéndole con temor en los ojos
Edda la observo de pies a Cabeza haciendo un mueca al verle su vestimenta, fue hasta su armario sacando una bolsa llena de ropa para donar dándosela a la joven.
—No me gusta ver mar vestidas a las personas y menos si trabajan en mi casa. A partir de mañana no quiero ver esos harapos que tú y la otra chica cargan puestos ¿Me entendiste? —Entregandole el vaso quedando Chantiana asombrada y feliz por ese alto de caridad.
Al llegar a su casa de moda, todos sus empleados las saludaban con nerviosismo. Saludándolos con una inclinación de cabeza a modo de saludos, se encerró en su oficina seguida de Aida que entro con unas carpetas
—Estas son las muestras de telas que me pediste en tonos diferentes — Poniéndolas en el escritorio para que Edda las revisaras y con algo de atrevimiento le pregunto.
— ¿Te encuentras bien? Te ves algo perturbada —sentándose frente a ella, viendo que Edda veías las muestras pero su mente estaba en otra parte.
—No hay nada en este mundo que logre afectar a Edda Greco Aida, por cierto necesito que consigas la dirección del colegio de la mocosa hija de Dante Santoro. — pidió con malicia en sus ojos dejando las carpetas a un lado
— ¿Y para que, si se puede saber? —le pregunto su asistente con curiosidad, si a legua se ve que no la soportas
—No, no lo puedes saber, solo has lo que te estoy pidiendo — ordeno fríamente, volviendo a detallar las muestras.
Al quedar sola, dejo lo que estaba haciendo, Dante Santoro se iba a arrepentir por cada palabra que le había dicho. Caminando hacia el ventanal que daba vista a la ciudad. Deseo por primera vez después de tanto tiempo ser una mujer diferente, No una que tuviera que lidiar con sus demonios internos todos los días de su vida. Estaba tan absorta en sus pensamientos que no se dio dé cuenta de la presencia de Pamela hasta que esta le susurró al oído:
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Cicatrices Del Alma
RomanceEn un pueblo remoto de Florencia Italia había vivido Giada, una joven inocente que tuvo la desgracia que sus papas murieran en un accidente automovilístico dejándola al cuidado de sus tiranos tíos. Que solo les interesaba el dinero, vendiéndola al...