(Al final del capítulo os he dejado una sorpresita💙)
Me he dado cuenta de que es posible que Abigail y yo hayamos coincidido más veces en el campus los últimos años pero no nos habíamos dado cuenta de que éramos nosotros. Solo hay una cafetería en todo el campus, al igual que una biblioteca, estoy seguro de que allí hemos coincidido. Incluso puede que en alguna fiesta o en los jardines en los que salgo muchas veces a dibujar o fotografiar en mis horas libres.
Hace un par de días que la vi por última vez en la cafetería. Estaba tan adorable cuando se enfurruñaba porque se le empañaban las gafas con el vapor del café, que me daban ganas de pellizcarle las mejillas. Creo que se tomó a broma mis palabras cuando le dije que estábamos hechos el uno para el otro y que nos íbamos a casar algún día.
Y no era una broma.
De verdad lo pienso.
Mi abuela Margarita, una inmigrante española y escritora de literatura romántica, siempre me contaba historias. No me contaba los típicos cuentos para niños, sino historias de amor. Joder, me encantaba que me contara esas historias. Siempre me decía que sabría que había encontrado mi alma gemela al instante en el que la viera de cerca. Que era como si el cordón rojo que nos une se tensara cuando nos viéramos.
Y así fue hace tres días.
Y quién me lo niegue... pasaré de su cara porque soy más cabezón que nadie.
Le hablé a Abigail. No supe qué decirle así que le pregunté que si prefería flores blancas o rosas para la ceremonia. Soy un idiota, lo sé. Pero al menos la hice reír. O al menos su nota de voz así me lo hizo creer.
"―Solo por eso te voy a invitar a un café." Decía su primer audio. Pero, a continuación, recibí otro.
"―Me caes bien, Landon Hayes."
En ese momento quise materializar esa nota de voz, enmarcarla y colgarla en la pared de mi habitación junto a las miles de fotos y dibujos que tengo colgados.
Hoy es lunes y eso significa vaguear un poquito más que el resto de días. Es el día que solo tengo dos clases, aunque no puedo darme el lujo de irme a casa porque sería llegar, sentarme en el sofá, levantarme e irme de nuevo. Así que cuando salgo de mi primera clase, voy a la biblioteca para adelantar un poco de mi tesis. Suelo ir a la cafetería, pero hoy no la abren hasta las once para los almuerzos.
Al llegar, voy hacia la mesa más cercana a la estantería de suspense, que está al lado de las ventana. Me quito la mochila, la funda de la cámara y la chaqueta antes de empezar a sacar mi ordenador y las demás cosas de la mochila.
Nada más sentar mi culo en la mesa, la veo.
Si es que esto es el destino. Ya lo he dicho. El mundo nos quiere juntos.
Cojo mi móvil y abro el chat de Abigail.
"Bonito jersey".
Bien, ahora he sonado menos raro. Palmadita en la espalda.
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ERES ARTE ©
RomantikLandon ha crecido escuchando las historias de amor que su abuela le contaba y eso ha hecho que, a sus veinticuatro años, siga creyendo en la leyenda del hilo rojo, en el amor a primera vista y en los finales felices. Abigail ha estado dos años en un...