―¿Qué me pongo? ―pregunto a Mona mientras dejo el último conjunto en la cama.
―Ese, definitivamente ―responde ella señalando el primer conjunto que saqué.
Es un pantalón largo de color negro de pata de elefante y de tiro alto, a conjunto con un bralette negro. Encima, obviamente, me pongo una chaqueta porque fuera refresca, aunque nos vamos a meter dentro de una discoteca.
Mientras mis dos amigas se maquillan, yo empiezo a vestirme. Una vez lista, me calzo los tacones y me peino el pelo con las manos antes de perfumarme y ponerme la chaqueta. Cuando estamos todas listas, salimos de mi habitación. Siempre nos arreglamos juntas en mi dormitorio porque es el más grande los tres.
Hoy, como cada viernes, salimos de fiesta. La semana pasada no lo hicimos porque las tres estábamos con la regla y no teníamos ánimos para salir de fiesta. Pero hoy sí. Ya hemos cenado lo suficiente como para beber un par de copas y no ir por los suelos, nos hemos arreglado y estamos más que listas para estrenar la nueva discoteca que abrieron la semana pasada a un par de calles de aquí.
Estoy segura de que ésta va a ser la discoteca por excelencia de la gente de nuestra uni pues no hay ninguna cerca de aquí, se tiene que coger el metro y no a todos nos apetece cogerlo estando medio borrachos. Es mejor ir caminando.
Cuando llegamos, no tenemos que hacer mucho rato de fila pues ya tenemos nuestras entradas compradas con anticipación. Ya puedo percibir el buen ambiente nada más entrar. La iluminación y la música son ideales y doy gracias internamente al dueño porque no haya optado por esas luces que parpadean a quinientos mil kilómetros por hora y por el humo.
La única pega que le pondría sería que es muy grande y sé que me agobiaré más temprano que tarde.
Nos acercamos a la barra, la cual es transparente y está muy limpia para ser la barra de una discoteca abarrotada de universitarios.
―Tres de Jack Daniel's con refresco de limón, por favor ―pido yo al camarero cuando viene a atendernos.
―Identificaciones, por favor.
―¿En serio? ―pregunto incrédula.
―Protocolo, lo siento ―dice con una sonrisa de disculpa.
Solo se lo voy a mostrar porque parece majo.
Las tres les mostramos nuestras identificaciones y éste nos sirve las tres bebidas. Cuando ya las tenemos, se lo agradecemos y pagamos antes de adentrarnos en la multitud. Decidimos buscar una mesa libre de las que hay repartidas en todo el local.
―Vamos a tener que estar de pie todo el rato ―digo a las chicas por encima de la música.
―O no ―dice mirando a mi espalda.
Yo me giro también y veo a Landon junto a sus dos amigos sentados en una mesa y haciéndonos señales con las manos. Cuando ve que lo veo, sonríe.
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ERES ARTE ©
RomanceLandon ha crecido escuchando las historias de amor que su abuela le contaba y eso ha hecho que, a sus veinticuatro años, siga creyendo en la leyenda del hilo rojo, en el amor a primera vista y en los finales felices. Abigail ha estado dos años en un...