CAPÍTULO 5

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―No me digas que no es preciosa ―digo mientras paso las fotografías de mi cámara

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―No me digas que no es preciosa ―digo mientras paso las fotografías de mi cámara.

―Lo es ―responde Carl.

―Pues ni se te ocurra echarle el ojo porque te arranco la...

―Tranquilo ―se apresura a decir riendo―. No es mi tipo de tía, ya lo sabes.

―Tú no tienes tipo de chica ―digo mirándolo con los ojos entrecerrados.

―No son mi tipo de chica las que tienen a alguno de mis amigos detrás ―dice apuntándome con el dedo. Yo sonrío.

―Así me gusta, Carlton James, así me gusta.

―A todo esto, ¿sabe que le has sacado las fotos?

―No mucho.

―No mucho, no ―dice con diversión.

―Solo le hice dos fotografías de nada. ¡Es que estaba preciosa!

―No son para el blog, ¿no? ―pregunta mirándome acusatoriamente.

―¡No! ―exclamo―. No subiría estas fotos a ningún lado sin su permiso, Carl.

―Vale, vale.

―Pero no descarto pedirle que se deje fotografiar para el blog ―admito―. Retrato o lo que sea. Es digna de retratar.

―Madre mía, tío ―Carl me mira con las cejas alzadas―. Vas totalmente en serio.

―Ya te dije que no mentía cuando os dije que me voy a casar con ella.

Él se aguanta la risa.

―Si tu abuela levantara la cabeza seguramente te atizaría con el bastón por tomarte sus historias demasiado en serio.

―No nombres a mi abuela con una cerveza en la mano. A ti si que te atizaría por estar bebiendo ―digo apuntándolo con mi cerveza.

Mi abuela odiaba que bebiéramos cerveza con toda su alma. Como a ella no le gustaba como sabía y olía, decía que cuando la bebíamos estábamos oliendo a ella durante una semana.

―Es que no sé porqué coño estáis bebiendo cerveza a las once de la mañana ―dice Mason apareciendo por el pasillo de nuestro departamento mientras se pone la chaqueta.

―No había zumo ―decimos Carl y yo a la vez.

Antes de irnos a la uni, me lavo los dientes a conciencia y mastico un chicle de menta para que no se me quede el sabor y el olor mucho rato. Salimos de casa y vamos hacia la universidad. Hoy se ha quedado a dormir Carl en el piso puesto que cuando anoche llegó a la residencia, les desalojaron a todos por un escape de gas. Hoy, si ya lo han arreglado, podría volver.

Nada más entrar en nuestro edificio, Mason me da un codazo y señala la tele que hay en la entrada. Una chica rubia con flequillo está dando las noticias. Es la amiga de Abigail.

ERES ARTE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora