Capítulo I: El concilio

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Allá en las lejanas tierras del continente Iøunn, se alzaba un país rico y próspero, cuya cuidad capital que obtenía el singular nombre de Edén, se trataba de una espléndida muestra de la arquitectura Corregíana en tiempos pasados, cuando los colo...

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Allá en las lejanas tierras del continente Iøunn, se alzaba un país rico y próspero, cuya cuidad capital que obtenía el singular nombre de Edén, se trataba de una espléndida muestra de la arquitectura Corregíana en tiempos pasados, cuando los colonos Indah de ese mundo lejano poblaron la galaxia con una especie humanoide. La ciudad amurallada se encontraba en el oeste del continente. Era la muestra perfecta de la supremacía de un pueblo independiente a cualquier otra nación vecina.

En el palacio las banderas se agitaban con el viento revelando el símbolo que gobernaba la ciudadanía Iøunnadiana, una tela violeta con el emblema de un águila dorada de extendidas alas.

En otros tiempos, tal vez, se podría hablar con mucho más detalles básicos, pero en esa época oscura el poblado al instante sentía cierta tensión.

En el centro de la ciudad se alzaba el palacio que funcionaba también como el edificio de justicia, por varios años lo más notable no solo eran las columnas de caliza y mármol con un fino tallado, otras singulares piezas ornamentales eran las esculturas representantes del principal panteón de los dioses que ser alzaban en forma majestuosa en la entrada subiendo escaleras blancas que le daban un toque ligero y armonioso a una obra de arte producto de los más destacados arquitectos de antaño.

Esa madrugada, en especial, el gentío del personal de servicio y servidumbre en la cocina estaba reunida y cuchicheaban en secreto cuál sería el motivo de tal importante reunión del concilio en plena mañana, cuando los rayos de la potente estrella todavía no iluminaba a los mortales.

𝐀𝐥𝐚𝐝𝐞𝐝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora