And if you feel that you can't go on

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(Y si sientes que no puedes continuar)

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Advertencia: sexo entre menores de edad.

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Jimmy tenía la mirada cristalina, apretaba el celular en su mano con fuerza y no soltó su llanto hasta que Robert lo abrazó. El rubio también quería llorar, el dolor era físico, sentía su corazón ser arrancado de su pecho; quiso ser el fuerte, pero no pudo y lloró también.

—No me quiero ir— sollozó Jimmy en el abrazo. Robert no dijo nada por temor a que su voz se quebrara; simplemente lo presionó contra su cuerpo.

Jimmy fue el primero en apartarse, secando sus lágrimas con las mangas de su camiseta, tuvo que dar un fuerte suspiró antes de atreverse a hablar.

—La compañía de mis padres abrirá otra sucursal en Helsinki y los quieren al mando— explicó conteniendo el llanto—. Nos vamos en dos días— dijo, apretando los labios al final. Robert maldijo en silencio.

—No es justo— su voz se quebró como temía y lloró una vez más—. No es justo— repitió molesto.

—No lo entiendo, ¿por qué pasa esto?— preguntó mirándolo, rogando por una explicación.

—No tiene sentido.

¿Qué estaba pasando? ¿Por qué el destino les hacía esto cuando por fin habían comenzado a quererse? ¿A qué estaba jugando? Era frustrante e indignante que el destino se atreviera a usarlos de esa manera.


Su baile se había arruinado y a pesar de que no querían separarse, habían vuelto a casa. Jimmy gritó contra la almohada en frustración; Robert simplemente se dejó caer en la cama para llorar, apretando las sábanas y maldiciendo al destino que se burlaba de su amor.

Sus pechos ardían y esa sensación de vacío los inundaba. Ambos se sentían solos, a la deriva en un mundo que cada vez parecía más grande. La sensación era aplastante y podría quemarlos. Ninguno estaba seguro de ser lo suficientemente fuerte para superarlo.


Al día siguiente, Robert se dirigió a casa de Jimmy, le tomó casi dos horas llegar debido al cierre de calles y obstáculos varios que el destino le puso en el camino. Tocó a su puerta rogando para que no hubiera adelantado su partida en un chiste cruel de la vida.

Cuando Jimmy abrió, Robert tenía los ojos enrojecidos, evidentemente había llorado y Jimmy no lo culpaba, estaba seguro de que él había sentido el mismo dolor desgarrador. Le asustaba sentirlo el resto de sus días.

—¿Te vas mañana?— preguntó, con sus músculos diciéndole que lo abrazara, pero él no se atrevió a moverse.

—Por la mañana, a las ocho— comentó con una voz seca. El rubio sintió un nudo en la garganta; Jimmy lo abrazó con fuerza antes de que él se moviera. Ambos aferrándose al cuerpo del otro con temor a perderse. Cuando se separaron, Jimmy lo invitó al sillón de la sala, donde ambos se sentaron.

—Te voy a extrañar tanto— le dijo el rubio con el llanto luchando por salir. Jimmy le extendió una bolsa que estaba sobre la mesita de la sala.

—Planeaba ir a verte— dijo suspirando, para evitar llorar—. Quiero darte algo antes de irme— comentó después de un suspiro—. Es algo especial— explicó. Robert abrió la bolsa, había una botella transparente y una caja de condones; miró al frente, con sorpresa—. Quiero que seas el primero.

—Jimmy... también quiero que seas mi primero— admitió bajo—. ¿Pero estás seguro?

Jimmy asintió, antes de acercarse para besarlo. La idea de tener sexo de despedida era triste, pero era un último acercamiento a su alma gemela.

Jimbert - In the light - En la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora