Capítulo 6

2.8K 262 26
                                    

Durante las dos semanas siguientes, Ten se despertó cada mañana y corría al baño con nausea. Él creía firmemente que la altura era la culpable, no está tontería de que estaba embarazado. Su estómago empezaba a crecer, pero culpó de ello a la comida de Taeyong, que era tan buena que Ten no dejaba pasar una sola comida que Taeyong le hubiese servido.

Aunque nada de eso explicaba la extraña línea oscura en su estómago.

Taeyong entró en el baño y mojó un paño, como lo hacía cada mañana.

Limpió la boca de Ten y tiro de la cadena antes de recoger a Ten y llevarlo de vuelta a la cama.

—Descansa mientras te hago algo ligero para comer.

—Creo que me estás engordando para después cocinarme. — Ten se dio la vuelta, abrazando su estómago—. Deja de hacerme más gordo de lo que ya lo estoy.

Con una profunda risita, Taeyong se dirigió hacia abajo. Eso era otra cosa.

Últimamente, Taeyong sonreía mucho e incluso se rió. Su sonrisa le hacía diez veces más guapo.

Ten finalmente le dijo a su jefe que había decidido regresar a casa.

Gracias a Dios que nunca le había hablado a Billy acerca de su padre, o Billy hubiera sabido que Ten estaba lleno de mierda. No tenía idea de qué haría por dinero, pero en ese momento su única preocupación era conseguir que su estómago se asentara.

El olor de las tostadas subió por las escaleras, haciendo rugir el estómago de Ten. — ¿Cómo puedes pensar en comer cuando estás nauseas? — Se preguntó. Pero últimamente, el apetito de Ten había crecido.

Se levantó y salió de la cama, luego bajó las escaleras. La vista de Taeyong en el mostrador no llevando nada más que sus pantalones de pijama nunca pasarían de moda. El pene de Ten estaba de acuerdo.

Sacó una silla y se sentó en la mesa. —Pensé que te había dicho que te quedaras en la cama. —dijo Taeyong.

—Y me estoy volviendo loco encerrado dentro. ¿No podemos ir a dar un paseo hoy? Necesito un poco de aire fresco. — Tal vez eso ayudaría a su nauseas.

—No es seguro que pasees afuera. — Taeyong puso dos trozos de pan tostado en un plato y la mantequilla.

—No vas a estar a salvo aquí si tengo que quedarme encerrado más tiempo. —Taeyong gruñó—. Voy a salir hoy. —dijo Ten.

—No, tú no lo harás.

—Mírame. —Se levantó y se sintió un poco mareado mientras caminaba hacia la puerta principal. Antes de que pudiera abrirla, Taeyong estaba allí apretando su mano en la madera.

—¡Deja de ser un idiota! —Ten tiro de la puerta, pero Taeyong se negó a mover la mano—. He dicho que no es seguro.

—Entonces tú y tus hermanos podéis ser mis guardaespaldas. —Ten le dio a Taeyong una palmada en la mano—. Necesito aire fresco.

Taeyong apretó la mandíbula. —Entonces come algo primero. Y tienes que vestirte apropiadamente.

La única ropa que Ten tenía eran las que llevaba puestas cuando Taeyong lo trajo aquí. Taeyong las había lavado todos los días, pero Ten daría su huevo izquierdo por ir a casa para recuperar el resto de sus cosas. Aunque le gustaba dormir con las camisas de Taeyong quería su propio pijama.

—Bien. —Ten cedió y volvió a la cocina—. ¿Qué tan difícil sería sacar mis cosas de mi casa?

—No es difícil. —Dijo Taeyong —. Tengo tu licencia de conducir de tu cartera y envié a Yuta y Jeno a tu casa anoche.

Taeyong (Taeten)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora