Julieta.
Puse mis manos en mi cintura con autoridad. -¿A vos te parece, Tomás? Despertaste a Alexia.
-Hacela dormir y listo; si para eso te pago.- me dijo, cubriéndose la cara con ambas manos.
Siempre lo mismo. Metía esa excusa barata la cual me había cansado de escuchar.
Suspiré. -Tenés razón, pero después no me vengas con tu papel de víctima diciendo que no podes ¿Escuchaste?-
Me metí dentro de la habitación y agarré en brazos a Alexia, para empezar a mecerla y que poco a poco se vuelva a dormir. Todo era tan desgastante, y yo creyendo que Tomás podría mejorar. Un ruido en la puerta me hizo creer que se había vuelto a ir, así que me asomé en la puerta, pero sin embargo, tenía compañía. Una chica de pelo lacio y rubio besó los labios de Tomás apenas lo vió.
Me metí de nuevo en la habitación pensando lo que había visto segundos atrás.
No podía hacerle una escena de celos, ni sentirme mal, claramente. Pero me parecía una falta de respeto que vayan a tener sexo a una habitación de distancia de mí. Escuché gemidos altos e hice una mueca y prendí la tele. Intentando no escuchar nada, pero era inútil. Miré a Alexia quien dormía a mi lado, con miedo de que una vez más se despertara.
¿Así iba a ser la vida de él? ¿Entre alcohol, drogas y mujeres? ¿Qué no entendía que tenía una hija?
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El llanto de la bebé hizo que abra mis ojos exaltada. -Hey, tranquila.
-Papá...- empezó a buscar con su mirada, pero era en vano, seguro estaba dormido en el sillón.
La agarré en brazos y salimos de la habitación, la chica rubia de anoche, estaba ahí cambiándose frente a la mirada atenta de Tomás.
-¡Papá!- gritó Alexia con alegría. El peliverde nos miró sorprendido y la chica frunció el ceño.
-¿Papá?- preguntó esta.
-Tomás, no me dijiste que tenías una hija y mucho menos una, no sé ¿Qué sos?- exclamó.-¡Ella... No! ¡Carmín, escuchame!
Los ojos de la chica se llenaron de lágrimas. -¡Déjame en paz! No me vuelvas a llamar nunca más hijo de puta, dijiste que podíamos mejorar y me ocultas esto.- lo empujó haciendo que cayera de nuevo en el sillón.
Yo solo me quedé en shock y callada. Si ella era su "novia" ¿Porqué nunca le había contado nada?
La tal Carmín se fue casi corriendo, mientras Tomás se quedó mirándome serio. -¿Sos joda, Julieta? ¿No te diste cuenta que estaba con una chica?
-Yo solo hago mi trabajo...- contesté.
-¡Se un poco más discreta! ¡¿Querés?!- me gritó, tragué saliva. Alexia empezó a llorar y la apreté contra mi pecho.
-Y callala que te juro que ya no las banco, a ninguna de las dos.- chasqueó la lengua y se puso su ropa rápidamente, ya que solo estaba en bóxer.-Tranquila, mi amor.- acaricié la espalda de la bebé en brazos con suavidad.
-Todo va a estar bien ¿Sí?Tomás se fue dando un portazo y apreté mis ojos fuerte. ¿Cuándo esto iba a cambiar?
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La cena se tornó incómoda. Demasiado incómoda. El peliverde me miraba un poco y eso hacía que quiera que la tierra me trague.
-¿Qué hicieron hoy?- preguntó rompiendo el silencio, le di una cucharada de puré de calabaza a Alexia, ella hizo una mueca y sonreí.
-No mucho.- contesté.
-¿Porqué estás tan cortante?- preguntó mientras llevaba un bocado de comida a su boca.
Reí irónicamente. -¿Qué esperas que te trate súper cálida cuando hoy me basureaste e hiciste llorar a tu hija?
-Espantaste a mi novia ¿Qué esperas que haga?
-¿Tu novia hace cuanto, Tomás?-
-Un año.- respondió con naturalidad.
-¿Y ayer que fue? Ayer me quisiste besar.- reproché.
-Los errores pasan.- me quedé en silencio. -Solo te pido que la próxima vez que veas a Carmín no digas nada.
Me mataba la manera de ser tan forro que tenía y lo mantenía intacto al pasar de los días.
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-¿Se durmió?- preguntó y asentí.
-Ya hablé con tu mamá, mañana a la mañana viene a buscarla. Así que no te preocupes por eso. Solo dejala dormir y si llora... Cantale un poco.- le dije agarrando mi mochila ya que mañana era mi franco.
-Está bien.- respondió con su mirada en el celular ¿Qué no sabía agradecer?
-Nos vemos.- me despedí, pero antes de que pudiera salir me agarró del brazo e hizo que me volteara a verlo.
-Julieta, yo, eh...
-¿Qué?-
Lo pensó un poco. -Eh, nada. Cuidate.- soltó mi agarre.
Suspiré y salí por la puerta. Me subí al Uber que me esperaba fuera del edificio y este manejó hasta mi casa. Cuando llegué mi hermana me esperaba afuera, me recibió felíz ya que hace tiempo no nos veíamos. Desde que empecé a trabajar en lo de Tomás casi no venía a casa.
-¿Cómo estás?- me preguntó Juana, mi hermana, abrazándome por los hombros.
Estaba rara. En realidad, las actitudes de Tomás me ponían así. Me sentía por parte mal y por otra parte preocupada.
-Bien, Juanita ¿Y vos?
Ella asintió. -Bien, bien... Desde que empezaste a trabajar ahí estamos mejor, te pagan re bien ¿Seguro trabajas de niñera o te hiciste narco?- preguntó haciéndome reír.
Saludé a mi mamá y a mi hermano, ellos me hicieron los interrogantes de siempre hasta que me dejaron que vaya a mi cuarto. Dejé mi mochila de lado y me metí a bañar. Cuando salí, escuché que mi teléfono sonaba sin parar y fruncí el ceño. Tomás me estaba llamando.
-¿Hola? ¿Qué pasó?
-¡Julieta! Alexia empezó a toser, creo que se ahogó mientras dormía, se está poniendo violeta. No sé que hacer.- me dijo desesperado, lo notaba en su voz.
-Tomás, subila a tu auto y anda al hospital ya.