Doctor con Pecas

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― Bien, supongo que eso es todo por ahora señores. ― Emi reagrupo los papeles recién firmados y los guardó en una gaveta. ― Entonces, me parece que su hijo queda oficialmente a nuestro cuidado.

Todos los presentes, con excepción de Katsuki, sonrieron aliviados, pues al fin era casi oficial la estancia del rubio en el lugar.

― Ahora que lo pienso Doctora Fukukado... nosotros, bueno, ¿Tendríamos que hacer algún pago por la estancia de Katsuki aquí? ― pregunto Masaru algo nervioso.

― Bueno... supongo que debe imaginar que, al otorgarle morada a su hijo en este lugar, dándole las terapias y eso... es bastante obvio que hay que pagar una cierta cantidad de dinero ― dijo la peliverde con una sonrisa mientras se levantaba de su asiento y caminaba hasta la puerta ― pero no quiero que se preocupe por eso ahora, ya tendremos tiempo para hablar de finanzas, en este momento lo importante es que Katsuki se mejore ¿no es así?

― Entiendo, pero de verdad que nos gustaría hablar sobre eso cuanto antes, no queremos que el asunto llegue a convertirse en un problema más tarde.

― Le digo que no se preocupe, el dinero es lo de menos, en todo caso si Katsuki necesitará medicamentos quizá si le pediríamos un poco de su apoyo inmediato, pero claro, nuestro trabajo es que eso no suceda, así que usted tranquilizase que todo está bien.

Emi y los Bakugo salieron de la oficina para dirigirse a la puerta principal de la clínica.

― Por ahora, pueden ir a su casa a recoger las cosas que utilizara Katsuki ― tomó una hoja del escritorio de la recepción, y con una pluma anotó unas cuantas cosas ― les daré una lista de lo que deberían traer y lo que no está admitido.

La Doctora amablemente le paso la lista a Katsuki quien se la arrebató bruscamente de las manos y la leyó por puntos.

― ¿Que mierda es esto? ¿Por qué no puedo traer más de tres prendas? ¿Acaso piensa hacer que use la misma puta ropa todos los días? ― cuestiono enfadado Bakugo.

― Pues claro que no, por eso tienes tu uniforme.

― ¿Ah? ¿Uniforme? Nadie me dijo nada de esa mierda. No pienso usar...

― SI, entonces regresaremos lo más rápido posible. ― interrumpió Mitsuki colocando la palma de su mano en la boca del rubio para que se callara.

― No es necesario que vengan hoy, vayan a casa a descansar y pueden venir mañana por la mañana. ― sugirió la Doctora.

― No, me gustaría que comenzaran con las terapias y eso lo más rápido posible.

― En ese caso, los espero en un rato, cuídense de camino a casa.

Katsuki y sus padres salieron del edificio y subieron al auto con dirección a su hogar.

Mientras tanto Emi suspiraba cansada y comenzaba a caminar de regreso a su oficina, pero de repente recordó algo que tenía que resolver.

― Es verdad, tengo que preguntarle sobre eso.

Corrió hasta su despacho y con un movimiento rápido tomó el celular que estaba en el escritorio y marcó el número de su antiguo compañero de carrera.

Aizawa.

Estaba nerviosa y emocionada a la vez, después de todo, hablaría con el que era su amor platónico desde la preparatoria. El sonido del teléfono marcando la tenía a la exceptiva, se subió al escritorio de la habitación y se acomodó en él, cuando por fin, alguien respondió.

― ¿Si? ― se escuchó decir detrás de la línea. Emi reconoció la grave, floja y seria voz de Aizawa al instante, gritó mentalmente y luego de carraspear la garganta, ella también respondió.

Terapias Con AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora