Solté un suspiro mientras sacaba un cigarrillo de mi bolsillo y me senté en el banco más cercano metiendo el cigarrillo en mi boca, poco a poco sentí que me relajaba en mi asiento.
Sin embargo, no me atrevería a encenderlo por miedo a lo que Juliana haría si se enterara de que me había atrevido a regresar a mis "días de cáncer" como ella lo llamó.Me reí de la ironía.
Si existía unx Diosx, debía ser un ser irónico. Pensar que Juliana, una maníaca de la salud que preferiría cortar su propia extremidad antes que dañar a otra persona, contraería cáncer en lugar de mí, una ex-adicta al cigarrillo con antecedentes de drogas. No era justo, pero ¿Cuando la vida ha sido justa?
La vida no era más que una puñalada por la espalda, que encontraba más alegría en traer dolor a sus habitantes que felicidad.
—¿Día duro?
Me volví hacía ella, una morena de ojos cafés brillosos, y barbilla partida.
—Difícil sería quedarse corto. —Suspiré mientras mi cigarrillo colgaba de mi boca como un enemigo calmante. Ella rio.
—Puedo entender eso.
—Oh ¿En serio?.
Pregunté mirándola extrañada.
—Acabo de pasar por unos de los días más difíciles de mi vida y ahora estoy buscando a mi novia, me dijo que iba a estar por el centro comercial así que le compré algunas cosas.
—Qué bueno que a haya pasado, espero que todo esté bien ahora... Y que encuentres pronto a tu novia.
—También espero lo mismo. —Suspiró. —Así que dime, ¿cuál es tu historia? —Miró el cigarrillo sin encender que estaba en mi boca.
—Una fumadora en recuperación entonces, ¿Por qué tienes uno en la boca? —Dijo ella y levantó una ceja.
—La tentación, aunque nunca podría tener las agallas para realmente encenderlo. Mi novia me regañaría. —Me burlé.
—¿Es por eso que estás molesta? —Me preguntó.
—No. —Suspiré mientras mi boca se apagaba en medio de las palabras, viendo como sus ojos se abrieron y su espalda se recostó en el banco en lo que ella escuchaba como le contaba sobre mi intento de comprarle un regalo a mi novia.
—Wow. —Suspiró cuando terminé. —Tu novia debe ser una afortuna, totalmente.
—En realidad, la afortunada soy yo. —Dije y ella me dio una sonrisa. —No quiero volver con las manos vacías. Quiero darle algún detalle porque ella ha sido muy fuerte, ha luchado mucho y hoy es San Valentín, y ella merece lo mejor.
Creí ver sus ojos brillar y antes de que yo dijera algo ella se adelantó:
—Creo que tengo lo justo para animarte.
Metió la mano en la bolsa que ella tenía al lado del banco junto a un ramo de margaritas. Yo la veía curiosa.
—Aquí está. —Anunció mientras sacaba una caja blanca de debajo del corazón de chocolate. Ella notó que estaba viendo los chocolates. —Los compré para mi novia, a mí no me gusta el chocolate pero a ella le encantan.
—A mí me pasa al revés, yo los amo pero a mi novia no. —Ambas reímos y ella puso la caja en mi regazo.
—Eres muy amable pero...
—Abre. —Interrumpió con una sonrisa brillante.
Suspiré mientras sacaba la cinta roja de la caja y la abría revelando un oso de peluche blanco y lujoso.
Mis ojos se abrieron cuando miré a la chica.
—No puedo aceptarlo, de seguro es para tu novia... —Sacudí la cabeza.
—Sí, lo harás. —Me di cuenta por su mirada de que no aceptaría un no por respuesta.
—Gracias. —exhalé y ella sonrió. —Es perfecto.
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-ˏˋ margaritas ˊˎ- Lesbian
Conto(Completa) Valentina busca el regalo perfecto para Juliana. 𝓙𝓾𝓵𝓲𝓪𝓷𝓽𝓲𝓷𝓪, 𝓱𝓲𝓼𝓽𝓸𝓻𝓲𝓪 𝓬𝓸𝓻𝓽𝓪 𝓣𝓮𝓶𝓪 𝓼𝓮𝓷𝓼𝓲𝓫𝓵𝓮