¿Vale la Pena?

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Sara es mi nombre, hoy será mi primer día de clases, este año he decidido cambiar de escuela, no es que haya una razón en particular, simplemente quise hacerlo. Estoy segura de que conoceré a muchas personas nuevas y viviré un montón de experiencias increíbles en esta nueva etapa de mi vida ¡estoy tan emocionada!
Durante todo el trayecto a la escuela me la pasé conversando con mi madre con gran entusiasmo, estoy impaciente por descubrir lo que me espera. El camino no duró mucho, una vez llegamos me apresuré a tomar mi mochila y prepararme para bajar del carro.

— Espero que te vaya bien hoy— dijo mamá, acariciando mi cabeza—, pórtate bien.

— ¡Lo haré!— respondí con convicción y una amplia sonrisa.

Salí del auto y me interné en el edificio corriendo, comencé a buscar el que sería mi salón de clases, al encontrarlo respiré profundo y con una enorme sonrisa entré al aula. Miré a mi alrededor, las clases no han comenzado así que lo que vi fue que cada uno de mis compañeros hablando en grupos ¿con quién debería juntarme a conversar? Mientras hacía mi inspección pude notar a una chica sentada sola al fondo del salón, supongo que podría hablar con ella. Lentamente me le acerqué y me senté a su lado, a lo cual ella solamente me miró sin decir nada, quizás sea algo tímida. Empecé por sonreírle y presentarme, de modo que ella hizo lo mismo pero con voz indiferente, ahora sé que su nombre es Cecilia.
Siendo sincera, no estaba segura si podría hablar con ella, incluso a simple vista parece muy distinta a mí. Nos quedamos en silencio unos segundos, no sabía qué decir. De casualidad noté que ella llevaba maquillaje, decidí comenzar una conversación halagando su rostro y ella finalmente cedió y me mostró una leve y radiante sonrisa burlona, me siguió la corriente y empezamos a conversar de manera casual hasta el punto de parecer que nos conociéramos de toda la vida. Cuando comenzaron las clases nos sentamos juntas y continuamos platicando durante todo el día y, tal como lo imaginé, no tenemos casi nada en común, aunque supongo que eso es lo que hizo que la plática fuera más interesante y amena. Ella era algo ruda y sarcástica pero sorprendentemente nos llevábamos muy bien. Al final del día regresé a casa y, como siempre hago, le conté a mis padres absolutamente todo y con lujo de detalle lo que me había sucedido, estaba muy feliz por haber conseguido una amiga.

Pasaron algunas semanas y poco a poco fui adaptándome a mi nueva rutina escolar, también mi relación con Cecilia se fue estrechando. El día de hoy ha terminado, ya ha llegado la hora de salida. Justo cuando estaba por cruzar la puerta papá me llamó para decirme que tardaría en recogerme, en cuanto lo oí solté un suspiro, voy a estar muy aburrida mientras espero. Cecilia se reunió de nuevo conmigo, le conté lo de la llamada y me quejé, por lo tanto, ella me ofreció ir a dar un paseo por los alrededores, accedí gustosa, de todas maneras ella tiempo atrás me había contado que su mamá trabaja todo el día y solamente está en casa por las noches, así que dudo que haya problema si ella llega un poco tarde hoy por acompañarme. Comenzamos a caminar sin rumbo, mientras lo hacíamos pasamos frente a una tienda, mi vista por casualidad se posó en una caja de chicles y quise comprar unos, sin embargo, al revisar mis bolsillos me di cuenta de que no traía dinero. Hice mueca de disgusto y retomé mi camino, ni modo, será para la próxima. No había avanzado mucho cuando sentí que Cecilia me tocó el hombro, al voltear ella me mostró en su palma tres paquetes de chicles, le agradecí felizmente y los tomé, pero al instante recordé que esta mañana ella misma me había dicho que había olvidado su billetera en casa. Mis labios se movieron por sí solos y se lo dije, a lo cual ella me mostró una misteriosa sonrisa que me hizo estremecer.

— Solamente digamos... que el dueño me los regaló— respondió.

Me detuve en seco, ella continuó caminando como si nada dejándome atrás, ¿qué se supone que significa eso?... no, seguramente ella encontró unas monedas en su bolsillo y me los compró, sí, eso debe ser. En ese mismo momento escuché mi tono de llamada así que me apresuré a contestar: es papá, ya vino a recogerme. Corrí hasta Cecilia y le avisé de mi retirada, dicho esto, fui corriendo a reunirme con él.
Al día siguiente cuando llegué a la escuela casualmente me encontré con Nina, una compañera de clases, en la entrada, noté que traía un suéter nuevo, y uno muy bonito, quise aprovechar eso para intentar iniciar una conversación con ella, no obstante, solamente me mostró una leve sonrisa y se adentró corriendo a toda velocidad al edificio, era de esperar, en estos pocos días me he dado cuenta de que ella es realmente tímida.
Durante la clase de sociales nos pidieron que hiciéramos parejas para elaborar un cartel, al igual que siempre, me junté con Cecilia. Ambas sacamos nuestros materiales y nos pusimos a trabajar, pero mientras lo hacíamos, noté que mi amiga tenía un nuevo juego de marcadores, los tomé para contemplarlos, eran muy bonitos.

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