Hada del Bosque

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Cerré mis ojos lentamente y dejé que la presión del agua poco a poco envolviera mi cuerpo, la sensación cálida era agradable al tacto y me relajaba al punto de olvidarme de todo a mi alrededor en un pestañeo, luego de un par de segundos regresé a la superficie para recuperar aire.

Vengo a este pequeño río siempre que puedo, es aislado y silencioso, casi nadie viene, por lo que ahora que son vacaciones me encuentro aquí casi todos los días. Salí del agua y me senté en la orilla mientras disfrutaba de la tranquilidad y de ver los insectos volar a mi alrededor, no obstante, mientras me relajaba, pude notar por el rabillo de mi ojo una pequeña sombra observándome entre los matorrales, al voltear mi cabeza para confirmarlo la figura salió corriendo, que extraño, parecía ser un niño, intenté no darle importancia y regresé con mis pertenencias, sin embargo, en ese preciso momento mi teléfono recibió una llamada de mamá pidiéndome pasar a la tienda comprando queso, bueno, supongo que es hora de irme, me puse un delgado vestido blanco sobre el traje de baño y luego de recoger todas mis cosas subí en mi bicicleta para emprender marcha de nuevo a la aldea.

Bajé la colina a toda velocidad, en la bajada dejé de presionar los frenos y me dejé llevar por la gravedad como usualmente hago, pasaba saludando animadamente a todos los vecinos que me encontraba con una gran sonrisa y ellos me correspondían. El viento se siente tan bien..., cerré los ojos para disfrutarlo mejor, no obstante, los gritos de alguien me hizo abrirlos de nuevo, un perro estaba acostado en medio del camino, asustada intenté evadirlo pero más bien perdí el control y caí por un pequeño desnivel haciéndome rodar hasta llegar al fondo, los vecinos me gritaron preguntando si me encontraba bien, yo grité afirmándoles pero también respondí que podía arreglármelas para subir sola, así que, aliviados, todos se fueron dispersando hasta no quedar nadie, no es que no se preocupen por mí, es que saben que no me gusta recibir ayuda si no la pido.

Me senté para revisarme a mí misma si tenía heridas, tengo algunos raspones pero no me duelen mucho, lástima, mi vestido está cubierto de tierra y el que sea blanco hace que sea más notorio, mi pelo también está despeinado y lleno de hojas; reí por lo bajo, estoy segura de que debo verme terrible. Me levanté con agilidad y sacudí mi ropa, no obstante, al levantar la mirada pude apreciar a un niño pequeño frente a mí viéndome con gran curiosidad, aparenta tener unos nueve años, me quedé helada por la sorpresa, ninguno dijo nada durante un largo lapso de tiempo, pero el niño pronto rompió con el silencio:

– Hey... ¿eres un hada del bosque?– fue lo único que dijo.

¿Un hada del bosque, de qué está hablando? Oh... debe ser por mi aspecto, sin mencionar que ahora estamos rodeados de árboles; siendo un niño no me sorprendería que pensara eso siendo tan influenciado por los cuentos infantiles y películas fantasiosas, aunque no soy quién para hablar, si hasta el año pasado yo también creía en eso. Quise reírme, la expresión curiosa en su rostro me decía que estaba hablando en serio.

– Sí– respondí burlándome de su ingenuidad.

– ¡Lo sabía!– exclamó con una gran sonrisa– te vi en el río e inmediatamente supe que lo eras, eso quiere decir que puedo confiar en ti ¿cierto?

Este niño de verdad me creyó. Reí por lo bajo, realmente es muy ingenuo, tal vez deba seguirle la corriente para jugar un poco con él, de modo que asentí, sin embargo un vecino bajó en ese momento, el niño salió corriendo apenas lo vio acercarse, lo perdí de vista al instante. El adulto me preguntó por qué tardaba tanto en subir, me inventé una excusa cualquiera y salí corriendo también.

Regresé a casa después de comprar el queso y lo dejé en el refrigerador, vi a mamá en la sala viendo televisión, no pude evitar intentar saciar mi curiosidad así que le pregunté si conocía a ese niño y se lo describí.

Ventana de CuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora