Capítulo 4

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Los días fueron pasando, Cristian ignoraba a Roberto hasta el punto de ni siquiera saludarlo. Y, aunque su pesar era palpable, Roberto permanecía en una especie de estado de shock que le impedía reaccionar.

- ¿Habéis hablado ya? - preguntó conciliador Gustavo -. Tú y Cristian...- añadió.

- No...

- ¿Y a qué esperas? ¿Has visto con quién se junta ahora? - en el tono de Eva había cierta reprimenda -. No me dan buena espina - continuó -. He escuchado algunas cosas un poco feas sobre ellos. Espero que no sean ciertas.

Entonces Gustavo se revolvió, inquieto, en su asiento. Al final, se decidió a hablar.

- El otro día vi a Cristian fumando. ¿Antes fumaba?

Roberto se quedó ojiplático, Cristian siempre decía que el tabaco le daba asco, que su sabor era nefasto, hasta el punto de darle arcadas. Al día siguiente, Roberto pudo comprobar cómo sus amigos tenían razón. Coincidieron entrando a un aula y pudo oler, incluso a un metro de distancia, el aroma a marihuana.

Y no era lo único que se fumaba, ya que empezó a faltar a clase. Nadie conocía dónde pasaba las horas. En la cafetería y los jardines de la facultad, desde luego que no.

Llevaban una semana sin hablar y Roberto casi no podía reconocer al que era, o había sido, su mejor amigo. Le entristecía cómo había dejado que todo empeorase por cobardía.

Eva lo abordó a la altura de la secretaria, sacándolo de sus pensamientos.

- Vamos a ir al Nocturne este finde.

Nocturne era la discoteca de moda entre los universitarios. A Cristian le encantaba la sala de pachangueo, a la que siempre arrastraba a Roberto. Él no era muy dado a la danza pero Cristian siempre conseguía que bailara a su son.

- Te iría bien despejarte - insistió Eva tratando de persuadirle -. ¿Sabes quién viene de invitado?

Roberto había mandado incontables wasaps a Cristian. Una tarea sencilla que en aquellos momentos parecía la redacción de una nueva constitución. Eva le había proporcionado la excusa perfecta para poder contactar con él, su DJ favorito iba a pinchar el sábado allí.

"Hola. Espero que vaya todo bien. Me he enterado de que este finde va a estar DJ BlaBLÁ en Nocturne. Gus y Eva van a ir. Por si querías apuntarte..."

Roberto envió el mensaje, para acto seguido añadir.

"Sé que hace días que no hablamos... Perdona si te he molestado".

No podía con la agonía de esperar una respuesta. Dejó el móvil en el cuarto y fue a cenar.

Cuando volvió, revisó el móvil, nervioso y expectante. Cristian había recibido y leído el mensaje, los dos tics azules lo delataron. Pero no contestó aquella noche. Tampoco ningún otro día.



Llegó el sábado y lo que menos le apetecía a Roberto era pasar la noche de fiesta. Pero, con el plan ya hecho, no quería dejar tirados a sus amigos. Le bastaba con haber dinamitado una de sus amistades más íntimas. Intentó disimular su apatía, con poco éxito.

Estaba con Gus, Eva y Carolina, una amiga de Eva que estudiaba en otra facultad. Roberto decidió hacer uso de la consumición incluida en la entrada.

- Voy a ir a por algo.

- ¿Te acompañamos? - preguntaron a coro.

- No, no. Quedaos aquí, vuelvo en un rato.

El grupo se despidió de él. Esperaron a que se alejara lo suficiente para acercarse a conversar.

- Esto es peor de lo que pensábamos...- dijo afligido Gus.

- Quizás sí que hubiera sido mejor ver una peli en casa de Caro. ¡Qué mierda!

- No desesperes todavía Eva, queda mucha noche por delante -. Carolina se apoyó suavemente en ella.

- Tienes razón, vamos a quitarle esa cara de culo, quiera o no.

Roberto se abrió paso perezosamente entre la multitud. Deseaba que la noche acabara lo más rápido posible, regresar a casa y echarse a dormir. Llegó a la atestada barra sin ganas de darse codazos para pedir. Así que se quedó allí plantado, esperando hasta que alguien le atendiera, no tenía nada más que hacer.

Entonces vio a Cristian.


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Cómo llamarnos (LGTBI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora