Cristian salió del edificio, furioso, frustrado, pero sobretodo, herido. No entendía por qué Roberto, de repente, ya no confiaba en él. No podía ser algo tan terrible. Bajó las escaleras airado. Tropezó y tuvo que dar un salto para no rodar peldaños abajo. Sin embargo, el choque contra la papelera fue inevitable.
- ¡Joder! - dio una patada llena de rabia y la papelera volcó, haciendo que su contenido se desparramara por el suelo.- ¡Ay, mierda! - empezó a recoger la basura, qué culpa tenía aquella inocente papelera. Por suerte para él, eran todo plásticos.
- Eh, chaval - le llamó un chico con piercings en las orejas, sentado junto a otros dos en los jardines de la facultad.- ¿Todo bien?
Cristian alzó la vista, el chico se había acercado hasta allí.
- No. No estoy bien - se encontraba al borde del llanto.- Mi mejor amigo está rayado conmigo y no me dice por qué.
El chico se agachó y ayudó a Cristian a acabar de recogerlo todo.
- Gracias - dijo Cristian, que no pudo evitar que las lágrimas rodaran por su rosto.
- De nada. Esto ya está hecho. Mira, siéntate con nosotros y, si quieres, nos cuentas qué te ha pasado.
- ... ¿Puedo?
- Claro. Estos altruistas estudiantes de psicología están para escucharte.
- ¡Hala! ¿Por el módico precio de...? - Cristian esbozó una sonrisa, aun con las mejillas húmedas.
- Pues, de usarte de conejillo de indias. Tenemos una entrega para la semana que viene sobre la frustración y nos has venido como caído del cielo - explicó el más alto.
- ¡A ver si vais a tener que pagarme vosotros a mí!
- Nos hemos topado con un espabilado - comentó, divertido, el de los piercings.
Cristian se sentó con ellos.
El chico con peinado tazón y la nuca rasurada, se colocó bien las gafas. Le indicó cómo proceder.
- Túmbate y haz cinco respiraciones, con calma, mientras miras al cielo. Luego nos cuentas.
A cada respiración, el dolor que oprimía a Cristian, se volvía más liviano. Hacía buen día, ni una sola nube en el cielo. Conversaciones aquí y allá, y algún pajarillo alegrando con su melodía la bulliciosa ciudad. Llevaba días sin fijarse en las pequeñas cosas.
- Antes de empezar, voy a presentarme. Me llamo Cristian, pero podéis llamarme Cris. Estudio primero de ingeniería informática y me flipa la robótica. Encantado de conoceros.
Le siguió el chico de los piercings.
- Igualmente. Yo soy Samir. Y como ya te hemos dicho antes, todos estudiamos psicología. Al igual que tú, somos novatos. A mí me flipan los tatus y los piercings, los findes me enseña una colega - buena prueba de aquello eran la pequeña dilatación de color negro en la oreja derecha, así como un aro arriba. En la otra, tres pendientes de bola negros, de más grande a más pequeño. Cristian sospechó que la colección iría en aumento. Si tenía tatuajes, no estaban a la vista.
- Lo mismo digo. Soy Iger. Y me gustan las arañas, quiero hacer el trabajo final sobre la aracnofobia - a Cristian le pareció una idea genial, desde que había visto el corto de la araña Lucas, que las veía de otra manera. También se preguntó si Iger llegaba a los dos metros, ya tendría tiempo de averiguarlo.
- Sergio, encantado. Sigo esperando la carta de Hogwarts- las gafas redondas y el pin de serpiente colocado a la altura del pecho adquirieron un nuevo significado.
- Y así fue cómo los conocí - concluyó Cristian su relato.
- Parecen muy buena gente. Entonces, ¿no fuman?- quiso confirmar Roberto.
- Eh. Sí, sí. Pero eso no tiene nada que ver. Tendrías que verlos, se montan unas movidas sobre la inconsciencia que te partes. Y otras que dan un mal rollito... luego te cuento sobre las redes sociales.
- ¿Y tú también...? - titubeó Roberto.
- A veces también, es interesante tener nuevas experiencias - Cristian vio como Roberto se quedaba petrificado.- Vale, lo he dicho mal, para la máquina, es interesante aprender cosas nuevas. Sabes de sobras que a mí fumar no me va, pero si ellos lo disfrutan, pues mira. Eso sí, huele mejor que el tabaco - soltó una carcajada.- ¿De dónde has sacado eso? Se me pasó preguntártelo el sábado.
- Gus te vio, fumando con ellos...
Cristian echó a reír. Roberto puso cara de no entender nada.
- ¡Ay, Rober! - dijo Cristian agarrándose la tripa.- ¡Gus me vio hacer el tonto! - logró contener la risa.- A ver, estuve en el cumple de mi prima pequeña, Ariadna, esa que es tan cuqui y se le cayeron las paletillas. Sobraron muchas chuches y me dieron bastantes. Así que les llevé chupachups a los chicos. Hice que fumaba con ellos, usando el palito.
Roberto no cabía en su asombro.
- ¿...y las clases a las que faltaste?
Cristian arrugó la nariz.
- Las chuches... Digamos que no supe administrarlas y... Bueno, mejor que eso no quieras saberlo. Demasiado escatológico.
- Ah. Ugh - Roberto al fin comprendió todo.- Maldito seas, Cris. No hagas que me preocupe de esta manera para nada.
- Fuiste tú el que se montó la película. ¿Ves cómo le das demasiadas vueltas a todo?
Roberto suspiró. Tenía razón, solía pensar en exceso. Cristian le sonrió enseñándole los dientes, satisfecho.
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Cómo llamarnos (LGTBI)
RomanceRoberto y Cristian han sido inseparables desde que se conocieron en bachillerato. Sin embargo, al comenzar la universidad, Roberto es incapaz de afrontar lo que siente hacia su mejor amigo y toma la peor decisión posible, poner distancia entre los...