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UN BESO ROBADO

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UN BESO ROBADO

El mes de abril, trajo consigo la suave brisa del estío.

Valentina yacía acostada en su jardín personal de diez hectáreas, rodeada de un bosque amigable y pequeñas florecillas de todos los colores. Pestañeo cuando sintió el polen en su nariz, era una alergia leve a la que le restaba importancia. Le gustaba la sensación del contacto de su piel con las hierbas, a pesar de que alguna que otra ocasión bichos le habían picado, era un asunto al que también le restaba importancia.

En ese momento solo quería analizar lo que haría a continuación: ¿Le sería infiel a Lloyd? ¿Se dejaría llevar por el angelical Roth? ¿Cómo terminaría aquello? No pintaba nada bien, de hecho todo apuntaba al desastre total.

Soltó el aire y miró la copa de los árboles meneándose con el viento. A pesar de que era verano, la brisa no era del todo cálida. Las piernas descubiertas de la joven, estaban un poco frías. Estaba tan ensimismada en sus pensamientos que no noto la figura masculina y elegante acercándose a ella. Eso hasta que alcanzó a atisbar unos rizos del color del chocolate. No le presto atención, como lo había estado haciendo después de la fiesta de Roth. Valentina se consideraba paciente, pero cuando alguien actuaba de esa manera, ella no podía seguir permitiéndolo. Estaba harta y cansada, quería eliminar todas sus viejas ilusiones con respecto a este joven que sólo había le había causado malos ratos y la había hecho saborear lo que era la humillación pública, ni siquiera ella era tan ingenua.

—Tina—la nombró el joven elegante—¿Seguirás comportándote de esta manera?

La joven yacía boca arriba en el pasto, llevaba puesto un fino vestido blanco, si la mirabas más de la cuenta notabas con facilidad de que color era su ropa interior: Rosa pastel.

El joven había avanzado hasta ser lo único que ella podía mirar, había tapado su vista del bosque, se había inclinado levemente y su rostro parecía tener una expresión ¿divertida? Valentina se obligó a mantenerse seria y no dar el brazo a torcer ni una sola vez más. Lloyd tendría que aprender a respetarla.

—Valentina—pronunció Lloyd—, no puedes seguir enojada conmigo. Tú fuiste la que dijo que cada quien podía hacer lo que deseaba.

Ella hizo una mueca al escucharlo, lo había dicho pero no en ese contexto. No quería ser humillada públicamente, solo quería que Lloyd no se sintiera atado a ella solo por un compromiso obligado de sus padres. En su mente, eso significaba darle su espacio. No, que pudiera acostarse con el mayor número de chicas y coqueteará con todas en frente de ella.

Es había matado las pocas mariposas que había sentido por Lloyd Hardford.

Lo ignoró deliberadamente.

—A tus padres no les gustará verte enojada conmigo.

Annie enrojeció por el enojo que empezaba a sentir.

Inocencia perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora