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BÉSAME

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BÉSAME

Cuando Roth desapareció con la chica de cabello oscuro, Valentina sintió un pequeño sentimiento de alivio.

La mirada que le había lanzado, la hacía sentirse cálida y ardiente, ahora que le daba nombre a ese sentimiento lleno de calor en su vientre bajo. No dejaba de pensar, que desde hace algún tiempo, ya deseaba estar con el hermano de su prometido.

Le alivio porque de algún modo la hacía sentir nerviosa saber lo que provocaba en él.

Pasó con cuidado la página, apenas podía concentrarse en la lectura, aún sentía ojos lujuriosos recorrerla.

No entendía porque pero que Roth haya desaparecido con esa chica no la molestaba demasiado, quizás no le gustaba Roth, quizás sólo le atraía sexualmente. Ese pensamiento enrojeció sus mejillas de porcelana e hicieron que una mueca apareciese en su boquita.

Siempre había soñado con enamorarse, cuando era pequeña: soñaba con un príncipe de rizos rubios que le prometía amarla eternamente y le pedía matrimonio. Ahora que había crecido, ese sueño se había ido alterando y ahora ya no era nada más que eso: Un deseo de la infancia, algo que jamás podría ser de nuevo, había dejado de ser tan ingenua desde que Lloyd había sido su prometido, ahora solo deseaba una cosa: que su ángel de cabello rubio hiciera con ella lo que le había prometido con su mirada traviesa y sonrisa maliciosa.

Como deseaba conocer como calmar ese calor que le provocaba, pero no diría una sola palabra. Valentina quería que Roth fuese quién no soportara más eso. Estaba segura de que él la deseaba con la misma intensidad o quizás incluso más. Entrecerró los ojos cuando de soslayo lo vio salir de la casa con el cabello alborotado y lápiz labial rojo por todo el rostro.

Las chicas lo miraron con deseo y los chicos con molestia.

Cuando noto que se dirigía a ella, enrojeció de la impresión, no estaba lista para encararlo en su pequeño bikini rojo. No se sentía del todo segura en él a pesar de las constantes miradas llenas de lujuria que la recorrían. Sus manos se pusieron húmedas y su boca se secó cuando Roth le quitó el libro de entre las manos.

Lo cerró y estudió con un gesto risueño la portada.

—¿Kitchen? ¿Enserio, princesa?

—¿Qué?—le preguntó ella con voz aterciopelada—¿Qué tiene de malo?

—Un deja vu.

Roth le ofreció una de sus manos para ayudarla a levantarse, Valentina enrojeció cuando la aceptó y lo hizo aún más cuando los ojos grises de él la recorrieron sin ningún tipo de vergüenza.

Inocencia perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora