Fragmento de Ollantay

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Dos queridas palomitas

Tienen pesar, se entristecen

Gimen, palidecen, lloran

Con un dolor inmenso.

Ambas fueron sepultadas

En la espesura de la nieve

Y su dura guarida

Era u árbol sin verdor


La una a su compañera

Súbitamente perdió,

Un día que, inocente fue

A buscar su alimento.

Al pedregal va tras ella

Pero muerta la encuentra

Empezando, al verla yerta.

Triste a cantar en su lengua.


¡Corazón! ¿Dónde están tus ojos?

¿y ése tu pecho amoroso?

¿Dónde tu virtuoso corazón

Que me amó con ternura?

¿Y dónde tus labios dulces

Que adivinaban mis penas?

Ya mi dicha concluyó, pues

Sufriré mil codenas.


Y la infeliz palomita

Vagaba de peña en peña

Y no la consolaba nada

Ni calmaba su pesar;

Vuela al valle preguntando

Por su amor a una paloma;

Mas ya se asoma la muerte

Y la quiere arrebatar.


Al despuntar de la aurora

En el puro azul del cielo

Con último desconsuelo

En su dolor se estremece…

Y balanceando su cuerpo

Desfallecida cae,

Y al morir, enternecida.

¡Suspira llena de amor!

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