[Extra]

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Cassandra tenía semanas comportándose rara, aunque debía admitir que era nuestra culpa, pues sin darme cuenta pasaba tanto tiempo con Eugene que sin querer me olvidaba de ella, pero el estar en diferentes clases no ayudaba, aunque viviéramos relativamente cerca.

Un día noté que siempre subía a la azotea sin su almuerzo, pues iba a su salón a buscarla y en su escritorio estaban todas sus cosas abandonadas.

Y ella me dijo que amaba almorzar arriba pues le gustaba sentir la brisa en su rostro.

Después de varias semanas decidí sorprenderla, tomé su almuerzo de su mochila y con el mío ya en mano subí a la azotea para comer con ella y dedicarle algo de tiempo, además que quería darle una sorpresa.

En el verano fuimos muy cercanas, aún lo éramos, pero el colegio nos distanciaba demasiado.

Subí, y al tocar el picaporte de la puerta tuve un mal presentimiento, cómo una presión en el pecho.

Abrí la puerta, viendo a Cassandra descalza del otro lado del barandal que prevenía que nadie cayera por accidente.

Todas las cosas cayeron de mis manos.

— ¡Cassandra! —La llamé con miedo, sintiendo mis piernas flaquear, quería correr hacia ella y detenerla, pero mis piernas no me obedecían.

— ¡CASSANDRA! —Grité más fuerte y ella ni se inmutaba, sólo se quitaba el abrigo cómo si nada.

Oí un susurro de ella diciendo algo de un salto final, allí mis piernas finalmente reaccionaron.

Pero era demasiado tarde.

— ¡NOOOOO! —Grité con todas mis fuerzas hasta sentir que mis pulmones se desgarraban.

Corrí hacia el barandal dónde Cassandra estaba hace unos segundos.

Miré hacia abajo, con la esperanza de que todo fuese una mala pasada de mi cerebro, pero al ver el delgado cuerpo de mi mejor amiga en posición fetal en el suelo en medio de un charco de sangre yo simplemente entendí que no era una broma, que no era una mala pasada de mi cerebro.

Esto era real.

Cassandra se había ido, para siempre.

Comencé a gritar y llorar pateando todo lo que estuviese a mi vista, ¡era todo mi culpa!

Debí ser una mejor amiga.

Debí tratarla mejor.

No debí dejarla sola.

Era mi culpa.

Sólo mía.

Tomé su suéter amarillo y corrí a pedir ayuda, con la pequeña esperanza de salvarla.

Pero aquello jamás pasó.

El día del funeral de Cassandra sólo fui capaz de dejarle una nota que iba a darle aquel día, la cual había escondido en su lonchera.

“Cass, sé que sonará raro y quizás me odies, pero, te amo muchísimo, me gustas, eres la persona más especial en mi vida, ¿Quisieras ser mi novia?"

Cassandra fue enterrada aquel día con la nota, un ramo de flores y mis sentimientos.

Y yo sólo deseaba haber llegado unos minutos antes aquel viernes a la azotea.

Pero no se puede cambiar el pasado, jamás podría por más que lo deseara.

Al final me gradué, me casé con Eugene y tuvimos hijos y fuimos felices...

O eso quiero pensar.

Y aún así al sol de hoy sigo esperando a que Cassandra me llame, oír su voz diciéndome "Hey Raps, ¿Quieres divertirte hoy?", sigo esperando a que todo esto sea solo un mal sueño y estar junto a Cassandra durmiendo en su casa.

Y sólo hago eso, esperar cosas imposibles, ¿No?

[fin del extra]

; My R - Cassandra's fanfic - Tangled the series ;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora