Capítulo 15 {CORTO}

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Me monté en mi automóvil después de estar con las chicas.

Estaba bastante nerviosa, no sabía si ir sola o ir por la policía.

Ya no había cambio de planes, estaba llegando.

Me bajé de mi auto, sin siquiera estar bien parada en el suelo dos tipos sujetaron mis muñecas mientras que otro tomo mi cabello y lo jalo hacia atrás.

–Miren nada más a quien tenemos aquí–caminó hacia mi Ian con una pistola en su mano.

Me quedé mirándolo helada.

–La modelo _____________________ Lee–sonrió hacia mí–. Que linda luces–hizo una mueca.

Acercó su arma hacia mi rostro, la pasó lentamente por mi mejilla quitando un mechón de cabello con ayuda de aquella arma.

–¿Sabes algo? –soltó una risa burlona –no puedo creer que te tragaras todo ese cuento de que Justin estaba con nosotros.

–¿Qué? –pude susurrar.

–La princesa de verdad creyó que teníamos a Justin–se empezó a reír–. Debes de saber lo bueno que es Alex actuando gemidos de dolor.

Esto era una maldita trampa, Ian no quería a Justin, me quería a mí.

–Mira Lee, solo dame el puto dinero, este lindo auto y te prometo que te iras antes de lo pensado.

De mis ojos empezaron a rodar lágrimas. –Toma lo que quieras pero déjame ir–le rogué.

El sonrió burlón hacia mí.

–No Lee, te quiero a ti más que nada en el mundo–me hizo un puchero–. Te lo he dicho desde que nos conocemos, ¿lo recuerdas?

Desvié mi mirada de él, no podía verlo.

Jaló ahora él de mi cabello y pego su sucia boca a mi mejilla.–Mírame _________________, no puedo creer que me cambiaras por esa basura–y me soltó el cabello de un golpe.

Empecé a llorar más.

–Ian, por favor–le volví a rogar.

Ian, por favor –imito mi voz en burla–.  Ahora sí me ruegas verdad, recuerdo esas mismas palabras pero cuando estábamos en la cama–empezó a denigrarme.

–Basta–chillé.

–Te gustaba, y bastante.

Empecé a llorar pero ahora del coraje, le miré a los ojos y le escupí.

Limpió su rostro indignado –Mira maldita, si vuelves a hacer algo así, te mataré sin pensarlo.

Me intimido con su mirada.–Troy, Alex, metan todo al auto de ____________________, nos largamos de aquí.

El chico que me sujetaba me hizo caminar hacia la parte de atrás del auto, por un momento creí que me arrollarían.

–¡No!, ¡No!, ¡No! –chillé asustada.

El mismo chico me levantó y me metió al maletero y lo cerró, seguí llorando, cada vez más, esperando que alguien me salvara, escuché como las puertas se iban cerrando y el encendido del auto que hizo que nos empezáramos a mover.

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Me desperté con el sonido del maletero.

–Levántate–me habló el mismo chico que me había encerrado.

Me senté en el mismo lugar y note que no estábamos en Los ángeles, parecía más Nueva Orleans, hacia muchísimo frío.

–Vamos, sal de ahí.

Hice lo que me pidió, cuando salí me ataron las manos por la parte de atrás y me hicieron caminar hacia una casa lo bastante linda como para sospechar de ella.

–Llévala al sótano–ordenó Ian.

–Claro–habló el mismo chico que se había estado encargando de mí desde el momento en que me encontré con ellos.

Me hizo caminar frente de él y bajar las escaleras.

–Quédate aquí y no hables.

El chico salió y lo único que hice fue tirarme al suelo y llorar.

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La temperatura cada vez bajaba más, suponía que empezaba a anochecer, la verdad es que no sabía cuánto tiempo llevaba ahí encerrada, mi estómago comenzaba a aquejarse por el hambre que empezaba a darme, pero seamos honestos, no iban a darme nada ni para dormir aquella noche.

Escuché que alguien abría la puerta, lo único que se me ocurrió fue acostarme y aparentar estar dormida

–Ian está exagerando las cosas, no podemos matarlo

–Lo sé, pero si no lo obedecemos terminara matándonos a nosotros también.

–Esta chica, pobre.

–Anda ve por el chico, y salgamos de aquí, esta helado.

–Sí–se mantuvo en silencio–.  Espérame arriba si quieres.

–Como quieras–el otro chico se subió dejándonos a aquel tipo y a mí ahí.

Escuche como sus pasos empezaban a acercarse a mi, apreté mis ojos para no verlo.

–Oye–me habló en voz baja.

No quería voltear, me daba miedo.

–Oye, Lee, ¿estas despierta? 

Me armé de valor y me voltee para mirarlo, unos ojos azules se encontraron con los míos –¿Cómo estás?

Me sentí un poco confusa. –Bien, aparte de estar helándome.

–Espera–el chico se levantó de donde estaba y se subió en una escalera para bajar algo de las cajas más altas que había ahí–. Toma–me dio una cobija que me calentó desde el momento en que me la puso sobre mis piernas.

–Gra. Gra. Gracias–e respondí.

–No hay de que, es lo menos que puedo hacer–me regaló una sonrisa triste.

–Santiago, por el amor de Dios, apúrate–la voz se oyó de arriba.

–Él está aquí, y está vivo por ahora.

Mi fotógrafo|Justin Bieber & tú|TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora