El origen de "Crazy Convention"

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POV DIEGO

Componer. Por y para eso vivía.

Tenía claro que mi futuro profesional se iba a centrar de lleno en la música.

Perfectamente podría vivir de la herencia de mis padres, que tenían varias empresas y muchísimo dinero fruto de éstas, sin embargo, eso sería ser conformista, y llevar una vida vacía y sin fundamento. Yo no quería eso. Quería que mi trabajo fuera mi pasión, y poder vivir de ello.

Siempre había necesitado una razón para luchar, y tras probar miles de posibles talentos como la poesía, la escritura, el arte, el voluntariado, etc... Finalmente me había decantado por la música, de forma holística, todas sus facciones me fascinaban, pero la que más era sin duda la composición.

Yo usualmente era callado e introvertido, todo mi mundo se encontraba en mi interior, miles de ideas solían abordarme de repente y eso me mantenía ocupado durante días enteros inmerso en mis reflexiones y pensamientos.

Me costaba muy poco inspirarme, supongo que se debía a mi talento innato y a la práctica intensiva a lo largo de tantos años.

Comencé a dar clases de piano a los tres años, instrumento que me acabó apasionando, y por eso decidí apuntarme al conservatorio a los ocho años, mi hermana melliza, Alicia, que siempre había tenido una extraña rivalidad conmigo, también se apuntó sin pensarlo, a pesar de que no era su punto fuerte.

Fue allí donde conocí a mi fiel compañera Teresa, cuando la vi por primera vez tenía un largo cabello azabache y rizado y los ojos más profundos que jamás había podido ver, del color de las bellotas, para mí eran como dos pozos llenos de secretos interesantes, al conocerla un poco más me di cuenta de que estaba equivocado porque la niña era todo un libro abierto y eso lo admiraba aún más de ella. Con doce se hizo sus primeras mechas californianas y se cortó un poco el pelo, con catorce realizó un cambio drástico a su apariencia dejando su cabello muy corto, como el de un chico, y de color azul eléctrico. En la actualidad lo llevaba de tonalidad lavanda y más largo, al nivel del hombro, también se había dejado flequillo.

No sólo el aspecto físico de Teresa era curioso, también tenía una personalidad muy interesante, era una chica original, creativa y virtuosa, vivía con y para la música, ese era su estilo de vida.

Teresa no hacía feos a ningún estilo musical, para ella toda canción se trataba de arte, esto yo lo cuestionaba a menudo y formábamos debates en nuestra cafetería favorita después del conservatorio sobre el tema, éstos podían durar horas y horas y terminarse cuando nos echaban del establecimiento porque ya iba a cerrar.

Teresa era simplemente la chica perfecta. La chica soñada por cualquiera.

Llegó un punto en el que todo el mundo nos consideraba una pareja en la vida real y no sólo en lo relacionado con la música debido a nuestra complicidad y porque nunca jamás habíamos cambiado de compañero de dueto, pero nunca hablábamos de la percepción que tenían los demás con respecto a nosotros, llevábamos nuestra amistad de la misma forma que a los diez años, y ya habían transcurrido un tiempo, pero seguíamos exactamente igual que en aquel entonces.

A veces pensaba en besarla, al mirar esos labios moverse mientras hablaba conmigo, eran del color del melocotón y de un tamaño simétrico y perfecto que se acoplarian perfectamente con los míos. ¿Sabrían también a melocotón?

Aquellos pensamientos eran imposibles de llevar a cabo, ella no daba indicios de querer llevar nuestra relación un paso más allá de la amistad, como dije, nuestro trato mutuo era exactamente igual que en nuestra infancia.

Si me quería como un amigo y compañero de instrumentos, ¿quién era yo para meterla en un compromiso, y posiblemente corromper nuestra consagrada amistad de años? La admiraba, y con eso tenía que contentarme, con idolatrar la belleza de su invaluable arte en silencio, guardando mis propios sentimientos en el interior de mi corazón.

Un Paso Por Delante Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora