El problema de Marcos

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A Marcos lo imagino como el chico de la foto en multimedia.

POV MARCOS

Me estaba tomando mi etapa universitaria como una fiesta de larga duración. No se me podía culpar porque tenía dieciocho años, y si no me divertía ahora, ¿Cuando lo haría?

Bajo mi criterio y el de mis amigos, cualquier chica mientras no tuviera pene, era válida para divertirse por una noche. Eso sí, siempre utilizando preservativos, no quería contraer ninguna ETS (Enfermedad de Transmisión Sexual) precoz siento tan joven y apenas comenzando a vivir.

En mi caso, ser mayor de edad me había cambiado completamente la vida.

Mis padres durante mi infancia fueron muy firmes con sus normas, y me prometieron que se romperían todas y cada una de ellas cuando cumpliese la mayoría de edad y por supuesto, llegado el momento, lo cumplieron. Entonces se abrió ante mí un mundo lleno de posibilidades y sin ninguna restricción.

Probablemente era el estudiante con más dinero del campus, siempre tenía la compañía que necesitaba gracias a mis generosas invitaciones, y no me refería solo a colegas y amigos, también a chicas rubias y despampanantes que deseaban cumplir, con mucho esfuerzo, todas mis fantasías sexuales, era muy gratificante saber que mi diversión no tenía límites mientras aprobara las asignaturas del curso académico.

Cumplir dieciocho años y comenzar la universidad también me había dado la posibilidad de vivir "casi" solo e independiente. Digo casi porque por lo general vivía en casa de mis padres, excepto cuando montaba fiestas o ligaba con alguna chica. Mis padres eran propietarios de un loft actualmente vacío, situado en el ático de un edificio céntrico y lujoso de Berlín, y este era, digamos, mi picadero personal. Allí podía llevar a quien quisiera, y a mis padres les daba exactamente igual.

Hasta que un día las expectativas del fructífero segundo año de carrera se me jodieron totalmente.

Fue durante la típica comida familiar de los domingos.

Laura, mi prima segunda, iba a venir a estudiar a Alemania para mejorar sus idiomas y cambiar de aires, llevábamos semanas en que ese era el único tema de conversación en casa, y yo ya me estaba empezando a hartar.

¡Demonios, yo era su hijo, no ella!

Siempre se desgañitaban en alabanzas con ella, la tenían en algo así como en una especie de altar. Yo odiaba que me comparasen con ella, pero siempre acababan haciéndolo.

El caso es que era uno de esos días en los que solo escuchaba el nombre propio de "Laura" seguido de la mención de múltiples cualidades demasiado optimistas y exageradas.

Me pasé todo el rato ignorando la conversación hasta que hubo una parte que me fue imposible pasar desapercibida. Me cabreó. Y mucho.

- Laura se quedará este año en el loft hasta que encuentre amigas para vivir con ellas al siguiente año, y tú, Marcos, te irás a vivir con ella, para cuidarla. Una chica de dieciocho años recién cumplidos viviendo en un ático situado en el centro de Berlín no puede quedarse sola porque podría correr peligro- comentó mi madre Luisa de forma natural, como si no fuera algo trascendental, como si solo hablara del tiempo. Como si esa noticia no fuera a cambiar mi forma de vivir drásticamente.

Solté mi tenedor con furia en la mesa, mis padres me miraron divertidos, se notaba que les agradaba haberme jodido mi maravillosa situación de ensueño con sus estúpidas ideas.

- Que se busque otro sitio - espeté, entre dientes -No voy a soportar a esa cría "perfecta" en mi santuario. ¡Ni se os ocurra encasquetarmela! ¡Que viva aquí con vosotros!

Un Paso Por Delante Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora