Decadas de Marfil

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   Y los amigos, al final no fueron más que compañía objetiva, los culos jóvenes solo fueron por competencia contra otros jóvenes, la simplicidad una aberración y el sarcasmo la más dulce ficción.
¿Qué quería en esos momentos de sexo desenfrenado sin reparo con jóvenes? Lo mismo que quiere cualquiera que le gusten las mujeres, incluso lo quieren quienes no suelen gustarles mucho... sexo sin reparo con jóvenes, desenfrenado, salvaje y liberal, pese a eso, descubres nuevos horizontes,  un poco más oxidados aunque no por eso menos flexibles si me  comprendes, te topas con esas magistrales obras de arte hechas a cincel, con más de 35 vueltas al sol completas, con más de 40 pasajes al olvido.
   Libres, eroticas, salvajes, hambrientas y sin pudor, dispuestas a poco sino eres el indicado para ellas, con el culo azotado por los años, el corazón por los clavos de amores que no terminaron de pasar y la mirada cansada por desvelarse corriendo entre sueños sin saber si llegaran.
   En ellas creía, en esas mujeres plantadas en la realidad, en esas a las que abofeteabas y se mordían el labio pidiendo más, en esas que no andaban en ficciones de amor, creía tanto que en ocasiones sentía enamorarme, en otras tantas sentía que ellas se enamoraban.
   Divino quizás, injusto el destino para quien quizás sospechara de que entre  nosotros hubo alguna vez estelas de romance, justo para ellas y para mi que nos adoramos tanto sin el riesgo de cometer esas idioteces de creernos dueños del otro, evitamos esas legañas de amor en las mañanas, los cafés de besos antes de irnos a trabajar; ¡bendito destino! ; que fue tan indulgente con la moralidad de aquellas majestuosas damas, que sucumbieron ante la lujuria y evitaron a capa y espada sentimientos de amor, aunque me querían,  y siendo igual de indulgente con las palabras mal definidas, yo también las quise, con mi vino barato, con mi comedia a destiempo y mi hambre infernal, también las quise...
   Siempre siendo compañías pasajeras, manteniendo las apariencias, conspirando con nuestras miradas en público y explotando bombas en donde nadie nos veía, así descubrí que la edad no suele comprender barreras para el placer, por fortuna para mi, quizás con mucha fortuna para mi que se mantuvieron allí sin resoplos de ego, dispuestas a estar donde fuera necesario,  sin dudar de la pasión y metiendo, solo un poco, a cuenta gotas, los sentimientos y el amor.

Asaltos IncorporeosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora