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En la puerta estaba, nada más y nada menos, que Quinn. La morena me observaba con enojo, bueno... lo hacía desde hace varios días. Desde que rompí con ella, mejor dicho. ¿Que quería ahora?

~ ¡Gary!
— ¿Quinn?
~ ¿Estas bien? Ayer no fuiste a clase.

Se me olvidó. Me lleve una mano al pelo, despeinándome mientras la observaba, pero aún así no me fije mucho en eso. Quería volver a dentro, hacer que Avocato estuviera bien. Quinn se cruzó de brazos.

— ¿Yo? Perfectamente. De hecho estoy ocupado con una cosa, por eso no acudí a clase. Es personal, ya sabes...

~ Oh. Ya tendrá que ser importante para no i...
— ¿Y que haces aquí de madrugada?

Respondí casi cortante. A decir verdad, cada vez me sentía menos cómodo.

~ ¿Que haces tú despierto de madrugada? No estarás celebrándolo con ese bastardo ventrexiano, ¿verdad?

Me toco el pecho con su dedo índice, amenazantemente. La empuje con suavidad para alejarla de mi, tuve que controlarme.

— ¿Como lo has llamado?
~ Bastardo ventrexiano.

Respire ondo. Estaba deseando cerrarle la puerta en la cara, aunque no era la primera vez que lo llamaba así... por algún motivo si me importaba.

— Repítelo una única vez más. Y te prometo que no me volverás a ver.
~ Ja. ¿Y que vas a hacer? ¿Encerrarte a llorar como el?

La cerré de golpe, no le deje terminar la segunda frase. Escuche como empezó a llamarme, a suplicar que abriese, que todo lo que dijo iba en broma. Que solo había venido a ver cómo estaba e irse. Que lo sentía. ¿Que lo sentía? Yo no lo creo. No al menos como las personas normales. Pienso que más bien disfrutaba con hacer sentir mal a las personas, hacerlas sentirse despreciables, ese era el hobbie de Quinn.
Tras unos segundos de reflexión, en los que aún se escuchaba a la chica en la puerta, volví a la habitación de Avocato. Hablando con sinceridad, pensaba demasiado en el últimamente.
La puerta a estaba abierta tal y como la dejé, para mi suerte pero al entrar Avocato no estaba donde lo había dejado, si no que estaba acurrucado en su cama aún con la ventana abierta. No lo escuchaba roncar así que me acerqué despacio, intentando no hacer mucho ruido, aunque el sigilo no es lo mío, siendo sincero, mis pasos eran sonoros incluso intentandolo. Una vez estuve lo suficientemente cerca me agaché un poco sobre él. Le buscaba el rostro ya que me daba la espalda.

— Hey...

No hubo respuesta. Me balancee un poco hasta apoyarme en la cama rodeándolo con mi brazo. Dormía.

Al ver sus ojos cerrados no quise arriesgarme, así que me incorpore para luego alejarme igual de sigilosamente que antes y salir de la habitación. Una vez cerré la puerta de su habitación con cuidado, apoye mi espalda en esta. Había sido un día... extraño, a decir verdad bastante. Tras unos minutos me dirigí a mi habitación y me desvestí para luego tumbarme a dormir, observaba el techo pensativo.

Us. Garycato (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora