7

1.1K 141 15
                                    

Entramos al apartamento tras unos minutos en silencio, de miradas y mariposas en el estómago. Pasó el primero, mirándome con una sonrisa sincera, luego entré yo devolviéndola, algo avergonzado. Habíamos caminado tomados de la mano hasta allí, y me resultó extraño que no volviese a aparecer aquel chico que nos interrumpió.

La verdad es que el camino se me había hecho bastante corto por el agarre. Y no se si fue consciente o no, pero la cola de Avocato me había acariciado la pierna durante el trayecto. Yo en cambio a veces miraba su rostro, seguía teniendo ojeras pero su rostro parecía algo más alegre, algo más vivo que la noche anterior.

Nada más entrar deje la mochila en la entrada, sin prestarle mucha atención.

– ¿Cuanto tiempo hace de esto Avocato?

Pregunté mirándolo con una ceja enarcada y cruzándome de brazos. El, que estaba quitándose su bandolera carraspeó bajando ambas orejas, como si estuviese avergonzado de responder.

+ Bastante...

– Dime un número.

Tache acercándome, curioso. Siendo sincero, jamás había besado a un hombre, así que tenía bastantes preguntas. Tal vez demasiadas.

+ Cuatro meses y medio.

Respondió con una sonrisa avergonzada, incorporándose tras haber dejado la maleta en la entrada también. Se desabrochó un botón de la camisa por comodidad, aunque creo que lo hizo más bien para evitar mi mirada más que para ponerse cómodo.

– ¿Y porque jamas de dijiste nada?

+ No quería alejarte de mi... Ni quiero.

Respondió recuperando la compostura sin levantar las orejas. Al menos me miro a los ojos, y yo por algún motivo dejé de sentir ese pequeño miedo que siempre había tenido con el. Esa mirada decía muchas cosas. Bufé agachando la cabeza mientras procesaba eso. Procesaba el beso de aquella mañana, procesaba esa pequeña paliza que había visto, procesaba que mi mejor amigo me amaba desde hacía varios meses.

+ Gary, yo solo quiero que seas feliz.

Trataba de relajarme al ver que agaché la cabeza. Escucho como da un paso hacia mi. Otro paso. Tercero. Acaricia mi hombro con su mano.

– Lo se.

Admito mintiendo. No lo sabía. Realmente... era la primera vez que me lo decían. Nadie se había preocupado por mi antes, nadie lo hacía normalmente. Al menos, no tanto.

+ ¿Puedo besarte?

¿Me pregunta eso de verdad? Creo que si, porque a modo de respuesta asiento. Noto como se acerca, tomándome el mentón. Noto su respiración en mi rostro, luego sus labios rozar los míos y por último como se juntan. Le miro a los ojos y el a mi. Decido abrazarlo del cuello, el me abraza de las caderas apegándome. Esa sensación... era tan... especial. Al separarnos le miré a los ojos, acariciando una de sus mejillas.

– Siempre que quieras.

Sonríe como un niño satisfecho que ha conseguido que su madre le compre una piruleta, y empieza a besarme muchas veces en las mejillas, cariñosa y dulcemente. La sensación de mi pecho crecía. Me daba alegría y felicidad, algo que nadie me había hecho sentir, de aquella manera.

Us. Garycato (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora