Capítulo 1: grumpy beginnings

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- Mark, estamos en público - Donghyuck le pegó un pellizco a su novio para que parase.

- ¿Y no te pone eso? - el pelinegro siguió besando su cuello moviéndose en su sitio para pegarse más al castaño.

Donghyuck gimió pero lo ocultó con una tos cuando vio algunas personas girándose a mirarlo.

- Vamos a una habitación - pidió el castaño cuando notó una mano entrando en sus calzoncillos.
 
- Vamos a bailar - saltó entonces mark, levantándose y tirando consigo de su novio.

Una vez en el centro de la pista, el pelinegro se pegó al contrario de modo que no había aire que pasara entre ellos. Las manos del mayor se dirigieron a la cintura del castaño, bajando lentamente hasta agarrarlo de las nalgas con fuerza.

- Mark - lo regañó el castaño no más alto que un susurro.

- Si eres capaz de quedarte callado, nadie tiene por qué enterarse - le dijo mientras metía una mano en la ropa interior del castaño.

Donghyuck apoyó la frente en el hombro de su novio, mordiendo su camiseta para amortiguar su segundo gemido.

- Necesito más - pidió el castaño cuando notó un dedo rondando su agujero -, por favor - pidió en un hilo de voz.

- Así que ahora quieres - rió de forma suave.

Donghyuck gimió cuando notó un dedo entrar en su agujero y rozar su próstata.

- Esto es por Taeil, ¿verdad? - preguntó el castaño dejando besos húmedos por el cuello contrario.

- Taeil no tiene poder sobre mí - gruñó Mark, separándose ligeramente de su novio.

Cuando Donghyuck lo miró con sus grandes ojos oscuros, Mark se sintió realmente enfadado así que se separó del castaño y salió de la casa con un "me voy a fumar".

El castaño suspiró, siempre era igual cuando mencionaba a su ex novio, daba igual cuántas veces le asegurase al pelinegro que lo quería este seguía siendo muy inseguro ante la mención de Taeil. 

Hyuck salió de la casa en busca de su novio. No le hizo falta buscar mucho ya que este tenía un escondite en casa de Jaemin para cuando se enfadaba y necesitaba tiempo a solas. Atravesó el mar de gente que rodeaba la casa del pelirrosa para dirigirse a la parte de atrás donde un pequeño muro de piedra lo esperaba.

- Nos conocimos aquí - dijo tranquilo el castaño cuando se sentó en el césped, Mark a un metro de él.

- Me acuerdo, eras un creído por ese entonces - el pelinegro no abrió los ojos, siguió sentado con la cabeza reposando en el muro a su espalda y dando caladas al cigarro cada poco tiempo.

- No era un creído - se quejó Donghyuck.

- Creías que todo el mundo estaba a tus pies, un principito - rodó la cabeza sobre sus hombros para poder mirarlo de lado.

- Y tú tan malote, haciendo como que nadie te importaba.

- Eso no es verdad, me importaba la gente - Mark frunció el ceño.

- Es lo que parecía, hasta esa fiesta nunca te había visto hablarle a nadie. Y eso que te tenía echado el ojo.

- ¿Me espiabas? - preguntó divertido el pelinegro.

- No lo digas así, no te espiaba. Simplemente que de vez en cuando te echaba un ojo, es decir, no estás nada mal - le guiñó un ojo, sacándole una sonrisa a su novio.

- ¿Así que me tenías echado el ojo? - Mark se acercó hasta poder besar al castaño con cariño.

Una de sus manos acunaba su mejilla y la otra lo sostenía por la cadera.

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