Prólogo

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Cuando abrí los ojos tuve que esperar unos segundos para acostumbrarme a aquella potente luz blanca. A mi alrededor había una inmensa extensión de nieve rodeada por un frondoso bosque nevado, y a pesar del gélido viento que soplaba, yo me encontraba tumbada en el suelo vistiendo un fino camisón color azul cielo.

Qué era aquel extraño lugar y qué hacía yo allí, iba a morir congelada con 17 años, en medio de la nada y nadie se enteraría de lo ocurrido, tenía que hacer algo y rápido. Escruté el alrededor y en medio del bosque vi algo de movimiento a nivel del suelo. Corrí en aquella dirección, seguí la sombra, y me destrozó el alma darme cuenta de que aquel pequeño ser no era una persona, pero con un poco de suerte sería un perro y me guiaría hasta su dueño.

Tras varios minutos corriendo, detecté que el animal había parado y busqué donde podía haberse metido, entonces me percaté de la presencia de un tronco de árbol caído, que, con el paso del tiempo se había ido erosionando creando un tipo de túnel pequeño, me adentre en el avanzando, pero en ese mismo instante resbalé, y caí por el agujero.

El síndrome de Alicia en el País de las MaravillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora