4. EL CHICO DEL AUTOBÚS

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-Alice, Alice. Despierta.

-Mmmm... ¿Qué?... ¿Qué pasa?- Digo medio atontada.

-Te has quedado dormida en plena clase de Matemáticas, menos mal que el señor Ross no se ha dado cuenta.-Me contesta Bless a carcajadas.

-Pues ojalá me hubiese despertado, he tenido una pesadilla muy extraña.

-Bueno, ya me la contarás más tarde, ahora tienes que recoger tus cosas o llegaremos tarde a Geografía.- Guardo los libros y nos dirigimos hacia la puerta, pero entonces el profesor me llama.

-Alice deberías trabajar más en clase. Hoy ni siquiera me he dado cuenta de que estabas, a este paso no sé si conseguirás aprobar.

-Por supuesto señor Ross. A partir de ahora me esforzaré más.- Mentí.

-Bueno, no se ha dado cuenta de que no estabas porque técnicamente no estabas.- Susurra Bless mientras caminamos por el pasillo hacia nuestra clase correspondiente.

•°•°•°•

Tras dos duras y aburridas clases, finalmente toca el descanso y aprovecho para contarle absolutamente todo a mi amiga.

Le comento la página web, el chico que la ha escrito, nuestros mismos sueños, el nombre que le ha dado a nuestro "síndrome", el sueño de la otra noche, el de la clase de Matemáticas y el chico extraño del autobús.

-¿Y es guapo?- Me pregunta Bless.

-¿Quien?

-El chico misterioso del autobús que te espía.

-¿En serio? ¿Te cuento todo ese rollo y solo te interesas por el tío ese? A veces pienso que no me escuchas.

- Y no lo he hecho, pero no es mi culpa. Por lo visto, mi cerebro ha encontrado una manera de desactivarme y no enterarme de ninguna cosa que me cuentes relacionada con "El síndrome de Alicia en el país de las Maravillas".

-Te pillé, sí que me has escuchado si no, no sabrías cómo se llama.- A manera de respuesta Bless me guiña un ojo y empieza a reírse como una loca.- y termínate de una vez esa manzana, va a sonar el timbre.

•°•°•°•

En el camino de vuelta a casa no hay nadie que se aburra más que yo, sin embargo hoy, es imposible que me aburra.

Los chicos que siempre molestan en el autobús, están gritando y empujándose. «Parecen gorilas» pienso. Entonces veo al chico raro de siempre, está mirando por la ventana distraído.

De repente el "gorila" más grande de todos manda a todos que se callen.

-¡Eh, Erick! ¡Coge esto!- Grita mientras tira una pelota hacia alguien, no puedo ver a quien. El chico raro se gira y el balón le da en la cara con muchísima fuerza.- Apuesto a que eso no lo habías soñado.

«Un momento, no puede ser. Él... Es él...»

El síndrome de Alicia en el País de las MaravillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora