Capítulo 1: El adiós.

71 6 10
                                    


Camille.

Escuchaba el ruido de los autos al pasar frente a mí, mientras el aire me golpeaba de lleno en el rostro, acurrucada en un rincón, abrazándome a mis piernas.

Oía como alguien me llamaba, pero no estaba prestando tanta atención como para saber de dónde venía, aunque si sabía a quién le pertenecía esa voz. Después de todo, llevaba 17 años escuchándola cada día sin descanso... pero por ahora, solo podía pensar en el dolor que oprimía mi corazón y que apenas me permitía respirar adecuadamente.

Solo habían pasado dos semanas desde ese maldito día...

Suspire.
Tenía mi vista fija en un punto en la nada, tratando con todas mis fuerzas de no recordar nada, pero era más que imposible. Ya lo había intentado antes y nunca funcionaba, pero nada perdía con seguir tratando un poco más.

La soledad me golpeaba en cada momento, sin importar donde estaba, con quien, o haciendo que. A donde quiera que iba la soledad me seguía, era mi maldita compañía de cada día lo quisiera o no.

Él había prometido quedarse siempre conmigo, estar a mi lado en cada momento, amarme... pero no lo cumplió. Se había ido también.

-¡Camille! - levante la vista para encontrarme con el rostro de mi hermano- ¿Se puede saber qué diablos haces aun aquí? ¡Te he estado buscando desde hace horas, niña!

-Lo siento, Andrew... no te oí- me justifiqué, desviando mi mirada de la suya.

-Pues date prisa, por favor. El taxi ya nos está esperando afuera- Extendió su mano y me ayudo a levantarme. Caminamos juntos hacia la entrada de la que fue nuestra casa, la cual ahora estaba completamente vacía.- ¿Empacaste todas tus cosas?- asentí sin voltear a verlo- ¿Te despediste de todos tus amigos?- volví a asentir y adelante el paso por la gran casa.

Sentía la mirada de Andrew clavada detrás de mí, pero no lo voltee a ver, hasta que el me tomo del brazo y me hizo encararlo.

-Camille escucha, sé que no quieres que nos vayamos, pero sabes que es lo mejor.

-Tú no entiendes...

-Mientras estemos aquí el recuerdo de Liam te perseguirá siempre... Estaremos juntos, Cam.- tomo mi mano y la apretó suavemente- Te prometo que pase lo que pase, siempre estaré a tu lado.

-Tengo miedo...-confesé, bajando la mirada al suelo.

-Tranquila, nena- me abrazo fuertemente- No hay nada de que temer... Siempre cuidare de ti.

Asentí y dejé que me abrazara por algunos minutos más, para después seguir nuestro camino saliendo de la casa, sin volver a mirar lo que dejábamos detrás.

El taxista nos sonrió al entrar, sin decir nada acerca del tiempo que nos habíamos demorado.

-Antes de ir al aeropuerto, ¿quisieras que pasemos a verlos?- asentí y él le indico al conductor a donde ir.

Me dedique a mirar por la ventanilla del auto durante el tiempo que el pequeño viaje duro... tanto él y yo sabíamos que no queríamos irnos sin despedirnos de ellos. El auto se detuvo después de solo 10 minutos y al bajar Andrew le pidió que nos esperara un poco.

El pasto estaba húmedo aun de la lluvia de esa mañana y la tierra se hundía bajo nuestros pies en cada paso que dábamos.

Andrew tomo mi mano y la apretó suavemente cuando llegamos a nuestro destino. Frente a nosotros estaban las lapidas de nuestros padres. Leí el grabado de ambas placas. "Juntos hasta la eternidad", Andrew se había encargado de convencer a la abuela de que pusiera una parte del grabado en la lápida de mamá y el resto en la de mi padre; era sorprendente como con tan solo 10 años y aun acabando de sufrir una perdida como la nuestra, mi hermano tenia tal poder de persuasión sobre las personas. Un don, lo llamaba él.

Pacto De SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora