| 𝐒𝐨𝐫𝐩𝐫𝐞𝐬𝐚

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Apague las noticias locales, dado de que solo hablaban de lo ocurrido hacía, ya, varias semanas, semanas de las cuales no se sabía nada de ella y hoy iríamos al bosque, otra vez, para volver a buscarla.

¿A quién?, se preguntarán. Supongo que no lo han escuchado, por lo cual se los contaré.

El 27 de junio del 2019, en un pequeño pueblo a varios kilómetros de Baltimore, ocurrió algo poco inusual; el desaparecimiento de una pequeña niña de siete años.

Al ser un poblado pequeño, todos se conocían entre todos, por lo cual nadie sospechaba de nadie. Los más jóvenes decidieron comenzar una búsqueda, en la cual, todos en el lugar decidimos participar.

Realmente se me hacía normal que todos buscaran, dado que la niña era hija del alcalde y él ofrecía una suma bastante grande a quien la encontrara. Aunque causaba gracia, pagar tanto por una niña que nunca cuidaba y que siempre despreciaba. Hacerse la víctima luego del abuso que le causaba a la menor, no era lo más relevante.

En fin, comenzamos a buscar, día tras día, semana tras semana. No existía ni una sola piedra sin levantar, hasta que la madre de la pequeña sugirió buscar en el extenso bosque y en los cultivos. Dijo que a su hija le gustaba recorrer esos lugares y que siempre hablaba de ellos.

Yo también amaría esos lugares si tuviera que soportar los abusos de mi padre. Me preguntaba cuántas veces ella esperaba que su madre llegará, para poder contarle lo que su padre le hacía. Me pregunto ¿Cuántos años llevaba ese malnacido haciendo aquello? Mis preguntas eran silenciosas y cada acción por parte de él, era una nueva respuesta.

Varias semanas después de iniciada la búsqueda, nadie encontraba ningún tipo de rastro de la menor. Nadie sabía nada sobre ella, pero nadie se rendía y todos buscábamos mientras él se divertía.

Por semanas exploramos los campos circundantes y, gracias a ello, se encontró una muñeca sucia, rota y con manchas de sangre seca. La desaparición fue catalogada como secuestro luego del hallazgo, todas las casas fueron registradas. Agradecí no tener nada que me inculpara, dado que era alguien, que había mostrado su odio por el líder del lugar y desprecio por sus palabras.

A pesar de ello, nunca se encontró nada y la búsqueda por los alrededores volvió a iniciar.

Luego de haber revisado, nuevamente, todo el campo y no encontrar otro tipo de pista o indicio de su paradero, nos movimos al bosque. Hoy volveríamos, luego de un pequeño descanso -dado que nos dividieron en tandas- a ir al bosque. Solo para seguir buscando a la niña desaparecida.

Pero, imaginen mi sorpresa, cuando encontré su cuerpo, despedazado y sentado bajo un roble, a varios kilómetros de donde lo había enterrado; días después del inicio del verano.

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Cr.  | Historia original

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