Capítulo 4.

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Ha pasado un mes y más de la misma mierda en los días de escuela para el ojiverde.

Abusos verbales, intentos de abusos sexuales, alguno que otro golpe y, aunque siempre están a tiempo sus héroes, comienza a cansarse.

Nadie lo conoce y lo juzgan de manera precipitada, sin siquiera intentar mantener una conversación de cinco minutos con él.

Para Christopher son los mejores días de su vida.

Es muy, demasiado feliz con el chico que tanto le gusta a su lado, tratándolo de manera linda y aceptando cada detalle que se le ocurre darle, como las rosas y el globo de aquel día.

Todos se ríen del ojiverde, porque piensan que Christopher sólo está haciendo esas cosas para tener en su cama al tan famoso Príncipe C., como se le apoda en internet. En parte es verdad que quiere llevarlo con él y dejar el aroma de su piel sobre sus sábanas, pero también quiere mucho más que eso, y ahora ya no parece ser tan imposible.

Pero de paso también se ríen del castaño, porque "claramente eso es lo que le gusta" al chico, y simplemente va a ser uno más que tenga la clave para entrar.

Aunque seguro que podrán felicitar al chico si lo logra, porque habrá sido sin más esfuerzo que alguna cursilería, y nada de soltar fajos de billetes.

Aquel día el chico está muy feliz, porque el más bajito a aceptado sus regalos, pero es algo totalmente diferente, porque por primera vez les ha sonreído y sus planes para invitarlo a comer a su casa y luego salir están más que listos en su cabeza desde que vió aquel gesto.

En la salida, los chicos están planeando si van a algún lado, pero sin ponerles atención e interrumpiendo en la del ojiverde, Christopher se acerca a él para preguntar lo que lleva esperando desde aquella vez que se negó.

—Erick, ¿te gustaría venir a comer a mi casa? —pregunta tomando sus manos y jugando con los dedos de ellas, un tanto nervioso— Luego podemos salir por helado al parque o al cine a ver algo de terror.

—¿Una cita?

El castaño sonríe mirando los brillantes e insinuantes ojos del chico y asiente, suspirando con más tranquilidad cuando lo ve hacerlo también, por segunda vez en el día.

—Y no soy el mejor cocinando, pero puedo intentar.

—Yo quiero ver eso —admite, de manera coqueta—. En realidad puedo ayudarte a preparar algo rico.

—Por supuesto —responde animadamente, porque sus coqueteos le dan un millón de años de vida más—. ¿Entonces aceptas?

—Claro.

Los chicos simplemente se habían quedado callados cuando comenzaron a escuchar que ellos hacían planes para salir solos, y los miraban confundidos, y en cierta parte dolidos por la exclusión.

—¿No van a salir con nosotros, entonces? —pregunta Joel y ambos se miran sin decir nada, entonces el chico bufa— Eso es un no.

—Lo siento —habla Christopher, esperando realmente que no se molesten, porque ellos saben muy bien cuanto deseaba aquello y es la única oportunidad que ha tenido.

Richard niega, haciendo a los chicos subir a su auto y a él lo deja abajo.

—No te preocupes, supongo que hacer una pequeña fiesta estará bien para no sentirnos solos, porque tres es aburrido —el castaño sonríe apenado y Richard señala la parte de atrás—. ¿Te llevo a tu casa o..?

—No... —habla el ojiverde, un tanto dudoso— puedo llevarlo yo.

El moreno asiente y, cuando los tres se despiden de los chicos pone el auto en marcha.

Mis noches de sueño || Chriserick FS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora