#O2.

2.4K 355 167
                                    

Bakugou tomó otro montón de agua con sus manos y se lo lanzó a la cara por milésima vez, intentando ayudarse a sí mismo a mantenerse despierto. Ya habían pasado varias horas desde que los padres de Kirishima llegaron al hospital y ellos por fin consiguieron dormir, acurrucados en los asientos de espera fuera de la habitación del rubio.

Secando sus manos con rapidez, el rubio caminó por los callados pasillos del hospital, dirigiéndose nuevamente a la habitación del pelirrojo. Definitivamente no se iría a casa pronto, pero necesitaba conseguir algo de ropa para cambiarse, después de todo, los doctores lo dejaron tranquilo, así que imaginó que ya había demostrado que se encontraba en perfectas condiciones.

Sin embargo, cuando, al llegar, se encontró con una enfermera esperándolo, Katsuki no pudo evitar maldecir en voz baja, caminando hacia ella.

—Si viene a hacerme más exámenes, déjeme decirle que estoy bien, así que por favor váyase a la...

—Joven Bakugou —lo interrumpió—. Lo siento, pero necesitamos tratar otro tema importante con usted.

—¿Tema importante? —Arqueó una ceja con cierto temor volviendo a resurgir en su pecho—. Espere, despertaré a...

—No —Ella negó suavemente—. Esto sólo le concierne a usted. Por favor sígame.


+


—Hey, cabello de mierda.

Katsuki llegó a la habitación y se sentó con tranquilidad en la banca que se hallaba al lado de la cama donde Kirishima dormía. Hace apenas una semana ya le permitían las visitas, aunque los periodos de tiempo eran demasiado cortos, según el rubio. Sin embargo, se estaba acostumbrando a las enfermeras que venían a echarlo todos los días, así como ellas a él, por lo que siempre le daban un poco más de tiempo extra para evitarse ser insultadas o simplemente porque ver a Katsuki debía darles lástima.

Y vaya que debía. Incluso él mismo se daba asco, pero ahí estaba. Un par de meses habían pasado desde que despertó y Kirishima no lo hizo. Los padres de este continuaron yéndolo a ver por aproximadamente un mes, hasta que tuvieron que regresar a sus vidas cotidianas, pidiéndole a Katsuki que por favor les informe si su hijo despertaba. Él aún se preguntaba cómo carajos podían confiarle algo tan preciado a él, aún peor en la condición en la que se encontraba, pero tal vez eso era hereditario, ¿no? Quizás Kirishima no era el único bastardo sin cerebro que veía cosas buenas en él.

—Ya son dos meses, ¿eh? Debes de estar soñando una mierda demasiado buena para no despertar, Kirishima.

Apoyando sus codos en el costado de la cama, observó con atención el rostro dormido y perfectamente limpio del pelirrojo. Él, por el contrario, había dejado de preocuparse por su apariencia, y aunque seguía con su vida como héroe profesional y continuaba comiendo por pura necesidad, hasta él mismo era capaz de reconocer que se encontraba viviendo por la obligación de continuar robando oxigeno que por sus mismos ideales de antes del accidente. Soltando un bufido con molestia, Katsuki admiró los párpados cerrados y las largas pestañas del rostro del otro.

—Tu ausencia sí que pega fuerte, ¿sabes? —Sonrió con amargura—. No tener tu molesta voz recordándome estupideces cada cinco minutos se siente particularmente raro. Y no es que te extrañe, pero ya lavé, planché y acomodé cada una de tus ropas con esos estampados animal print tan asquerosos; incluso organicé por orden alfabético todos tus CD's de música y he estado haciendo las tareas domésticas que te tocaban a ti por los últimos dos meses, así que se está acumulando, bastardo. Cuando despiertes vas a tener que besarme los jodidos pies por esto.

Operación SHIRO. | Bakugo Katsuki x Kirishima EijiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora