Cancer

Capítulo 2

-Tengo un regalo para vos, para que te lleves a tu travesía. -me dijo Sarah mientras nos encaminabamos hacía el aeropuerto. -Esta en el asiento de atrás, espero que no te la incauten o algo así en el aeropuerto.

Me doy vuelta en el asiento y tomó la caja entre mis dedos, era rosa y bastante grande, como de caja de zapatos pero más larga y profunda, en la tapa tenía miles de flores de papel de distintos rosas. Quitó la tapa y hay papel crepe en tiras tapando lo que hay debajo, y una cartita encima.

"Se que puede que no nos volvamos a ver en persona, quisiera que eso no pase. Quisiera tenerte siempre en mi vida, que vivamos hasta los 105 años. Quisiera que tengamos hijos al mismo tiempo y se hagan amigos y pareja en un futuro. Esas son cosas que quiero, pero se que tal vez, nunca podamos tener. Así qué quiero que tengas todo esto contigo, y que lo abras cuando creas que lo necesitas. Qué necesitas una parte de mi, te amo, y siempre te voy a amar, gracias por ser mi amiga y ayudarme a levantarme del barro en ese día lluvioso de escuela, fuiste la unica que me ayudó y no se burló de mi. Y también fuiste la unica que se quedó a mi lado haciendo frente a todo este mundo de mierda.
No puedo evitar preguntarme si esta será la última vez que veré tu rostro.
Ojalá pudiera decir algo, algo que no suene a locura.
Pero últimamente no me fío de mi cerebro.
Te amo, nunca lo olvides. Y siempre vas a tener mi número por si me necesitas.                  
             Tu perra y fiel amiga.                                             Sarah."

Ya estaba llorando, la amaba mucho, era lo mejor que me había dado el mundo. Loca, rara, talentosa y exageradamente molesta y tierna.

-Dios, te amo mucho, te amo demaciado. -me acercó y la abrazo fuerte mientras ella me responde de igual manera pero con un brazo.
-Ya ya ya, que me vas a hacer llorar y me maquillaje para ver esos turistas calientes. -me dice jugando y secandose algunas lágrimas que se le escaparon.
Me siento derecha y tapó el regalo a la vez que tomó unos pañuelitos que tiene en el auto.
-¿No vas a abrir tu regalo? -me dice mirándome sorprendida- No te creía capas de aguantarte a no abrir un regalo.
-Heey puedo aguantarme, voy a verlo una vez que este en Australia, o cuando necesite un pedacito de tu locura. -sonrio mientras abrazo ese pedazo de mi amiga que me llevare conmigo.
Agarró mi mochila y meto ahí la caja, que por suerte entra, mientras veo como me extiende mi remera favorita que tiene el logo de friends en el frente.
-Lo siento, la tomé hace unos meses y olvide dartela -dice mientras pone cara sonriente y de niña buena. Sonrió y la meto también en la mochila.

El resto del camino fue tranquilo, escuchando y gritando canciones que amamos de Green Day a todo lo que da, así cómo de  Pink Floyd y Harry Styles.

-¿Por qué tu lista comienza en Australia? -me pregunta Sarah a la vez que bajamos del auto y nos encaminamos al interior del aeropuerto.
-¿Te acordas de la lección que nos hicieron dar en geografía en cuarto de secundaria, sobre los países de distintos continentes, y que también nos hicieron preparar comida típica de esos lugares? -junto mucho sus cejas a la vez que sacaba pico, esa era su típica expresión de "no tengo ni la más mínima idea de lo que hablas"- No te acordas para nada-declare.
-La verdad que no, no tengo ni idea de lo que hablas -me dijo exagerando su gesticulación y abriendo los ojos como Joey en friends, cuando se daba cuenta tarde de algo lo cuál me dio gracia.-
-Te tocó dar sobre Francia, llevaste vino que el director te quitó y pan al que le pusiste azúcar impalpable en vez de polvo leudante. -dije sonriendo ante el recuerdo de las fotos que me había mandado el día que lo hizo.-
-AY DIOS ES VERDAD!!! -me respondió riendo a carjadas -Ahora si me acuerdo, vos habías expuesto sobre Australia, sus paisajes, fauna y todo eso.
-Ajam. Además de todos los animales hermosos, tiene las mejores playas, los más hermosos amaneceres y atardeceres, también como muy caracteristicos puentes y lugares turísticos. -le conté pensando en todas las fotos que había visto de todos esos lugares en los sitios de Internet.

-Tendrás que sacar unas grandes fotos del amanecer y de vos también, quiero fotos tuyas en traje de baño disfrutando del sol y tostandote como las tostadas que hago yo, bien negras. -sonríe por su propia burla a como cocinaba.
-Sabes que no uso traje de baño, de igual manera, lo que más me gusta es que tienen un lugar donde te permiten nadar con delfines, y sabes lo mucho que los amo. -logre distraerla del punto de que desde la mastectomía no usaba nada que mostrará mis pechos, por lo general también usaba un corpiño con mas relleno en una taza que la otra, asi parecian del mismo tamaño, aún que en realidad sólo era puro relleno, nunca logre recuperarme totalmente de eso, así como cada chico con el que salí siempre me lo recordaban tratando de hacerme ver que era como cualquier otra chica pero hablando constantemente con sus amigos sobre mi falta de pecho en mi propia presencia.

-¿Recuerdas que por aquella época solía tener unas cuatro remeras de delfines y como seis pantalones del fondo del mar? -le recordé mientras me reía, por que aún los usaba.
-AY POR DIOS ES VERDAD, RECUERDO ESOS HORRIBLES PANTALONES Y REMERAS -me grita a la vez que ríe a carcajadas, ese sin duda es el recuerdo que quiero llevarme de ella -Por favor dime, ¿Te deshiciste de esa ropa? -me miró con expectación a que de verdad lo ubiese hecho.
-¿Y que piensas que me voy a poner para dormir y para nadar con los delfines?
-Puueeesss, UN TRAJE DE BAÑO POR FAVOR TENES EL MEJOR  CUERPO QUE CUALQUIER MODELO, SOS HERMOSA Y QUIERO UNA FOTO TUYA EN TRAJE DE BAÑO!!! -casi medio aeropuerto la había oido y ahora nos miraban raro- ya dejen de mirar y sigan con lo suyo gente.

En verdad extrañaría esa cero vergüenza que tiene. No le respondí y simplemente me reí. Llegamos a la parte en donde hacían la check-in y sólo yo iba a cursar. Nos abrazamos muy fuertemente, prometí que le enviaría miles de cosas por correo y mensajes todos los días.

-No, quiero que tú, en persona, vengas y me traigas mis recuerdos. -ambas teníamos los ojos llenos de lágrimas, sabíamos que era muy difícil, casi imposible que pudiéramos volver a vernos en persona.
-Te amo, cuidate siempre y nunca cambies -le digo por último mientras nos separamos. -¿A donde vas ahora? -le pregunto secandome las lágrimas y comenzando a hacer la fila de cacheo.
-Voy a retocar éste maquillaje en el baño y conseguir un caliente extranjero -me dice mientras limpia sus lágrimas y se va alejando de frente a mi, me río por que se que eso hará, verá todo los chicos que hayan en este lugar y quizás saque fotos si alguno realmente guapo le llama la atención y me la enviará, así funcionamos nosotras.

Nos despedimos con la mano y veo como se aleja entre el mar de gente. Realmente me ubiese gustado mucho que viniera conmigo, pero ella tenía materias que rendir de la Universidad aún, ambas nos habíamos recibido de un profesorado en literatura, pero ella aún tenía un par de materias que compensar.

Me registran la maleta y mochila y paso por el detector de metales, mientras escucho el llamado de un vuelo a Australia, Sydney.
Ese era mi destino, asi que también creo que mi llamado, me detengo y sacó el pasaje para verificarme.
Si definitivamente ese era mi llamado, comienzo a avanzar mientras dobló el pasaje y lo meto en mi mochila.

Definitivamente aquí empezaba todo, el loco camino que había escogido recorrer en este tiempo.
-Mierda -siento como algo muy frío me moja la espalda a la vez que me empujan hacia el frente y caigo de rodillas.
-MIERDA MIERDA MIERDA -siento la voz de un chico a mis espaldas, me volteó y definitivamente m.i.e.r.d.a

-¿Estás bien? ¿Te golpeaste muy fuerte? ¿Te moje mucho? Perdón enserio, no estaba viendo el camino, revisaba mi pasaje. -Definitivamente ese chico era demaciado amable, y muy lindo, no al clásico estilo de revistas de modelos, pero si una belleza naturalmente tierna y hermosa, y estaba haciendo lo mismo que yo al momento que chocamos.
Se levanta rápido y me tiende su mano, cabe decir que, era malditamente muy alto.
-Toma mi mano que te ayudó -me dijo demaciado amable y a la vez avergonzado.

Nunca ubiese sabido realmente el poder que iban a tener esas palabras que él dijo.