Capítulo 3: No quiero hacerte daño

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Había decidido llegar antes que nadie a la guarida secreta. Todavía faltaba más de una hora para que aparecieran todos, pero necesitaba pensar. Necesitaba estar allí solo, concienciándose de que cuando todos llegaran, tendría que enfrentar no solo la noticia de ayer, sino a Eddie.

Mierda. Era más vergonzoso de lo que esperaba. ¿Por qué cojones había hecho caso a Beverly? Claro, ella no tendría que mirar a la cara a la persona que se había declarado justo el día anterior. Ni siquiera había podido dormir. Su cabeza no dejaba de dar vueltas una y otra vez a lo sucedido. A sus palabras, a la cara que había puesto Eddie. Mierda. ¿Cómo iba a mirarle a la cara?

― Llegas pronto.

Richie grito. Vamos si gritó. Y también gritó el dueño de la voz que le había hablado. Se dio la vuelta con el corazón latiéndole a mil por hora.

― ¡¿Qué te pasa, joder!? ¡Ni que fuera tan feo!

Richie intentó respirar con normalidad, dándose cuenta de que solo era Stan.

― Mierda, Stan. ¡Casi me muero, joder! ¿Qué coño haces aquí? ―dijo todavía gritando.

― Te he visto ―apuntó todavía asustado―. Te he llamado y ni siquiera te has dado la vuelta. ¡Has pasado de mí, gilipollas! Así que te he seguido. ¿Sabes la hora que es? ¿O lo que soltaste ayer te ha hecho perder la noción del tiempo?

Richie enrojeció por completo. Incapaz de creer lo que acababa de decir.

― ¡¿Cómo... cómo sabes lo de Eddie?! ¿Te lo ha dicho Bev?

Stan enarcó una ceja, confundido.

― ¿Qué? Me refería a lo que nos contaste a todos ayer... ―El rojo del rostro de Richie pasó a ser blanco―. Espera... ¿Eddie? Oh. Vaya.

― No... Quería decir... Es decir...

¡Ni siquiera se le ocurría una maldita excusa! Era un genio metiendo la pata, sí señor. Stan esbozó una sonrisa ladeada.

― Claro, ¿cómo no me di cuenta antes? Tiene todo el sentido del mundo ―señaló.

Richie se sentó en una de las cajas de madera y enterró la cabeza en sus manos y sobre las piernas. Esperando que la tierra se compadeciera de él y decidiera tragárselo.

Sintió que Stan se sentaba a su lado.

― Te sale humo de la cabeza.

Richie alzó el rostro.

― ¡No tiene gracia! ―pero en realidad sí la tenía, porque Stan no podía evitar reírse. Hasta tal punto que llegó a estar tan rojo como él― ¿¡Quieres parar de reírte!? Eres el peor amigo de la historia, ¿lo sabías?

― Lo siento ―dijo intentando calmarse―. Tienes razón, lo siento ―repitió―. Es que... Nunca te había visto tan perturbado por nada.

Richie suspiró, enfurruñado, mirando hacia delante. Stan lo evaluó unos instantes, decidiendo qué decir.

― Entonces... ayer le dijiste... ―Richie asintió deprisa, se negaba a que terminara esa frase―. Vaya huevos tienes. Lo digo en serio.

― Ya, bueno. Como ese puto payaso no ha terminado conmigo, le estoy ahorrando el trabajo. Tendría que contratarme o algo. Se me da de cojones joderme la vida.

Stan suspiró, intentando no reírse de nuevo. Estaba seguro de que sería de mala educación.

― ¿Y qué... te dijo? ―se atrevió a preguntar. Y ojalá no lo hubiese hecho. El rostro de su amigo se ensombreció. Debería haber supuesto que esa no era la mejor pregunta para hacer.

¿Y si...? (Reddie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora