cinco

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Por quinta ocasión, supo que había sido una pésima idea llevarlo consigo. La bibliotecaria, una mujer entrada en años y de carácter voluble a juzgar por la irónica mueca impresa en su rostro, no tardó en acercarse a la mesa

Sasuke contuvo un improperio y nuevamente se sumergió en la lectura, ignorando deliberadamente el molesto ruido a sus espaldas

Un firme movimiento sobre su hombro y tuvo que alzar la mirada para encontrarse con el dubitativo semblante de la anciana

No hubo necesidad de preguntar cuando aquella vieja mujer señaló a sus espaldas

Se giró sobre la silla y lo primero que sus ojos captaron fue al travieso hibrido recargado en uno de los estantes. Varias hojas arrugadas se divisaban a su alrededor. Molesto, se mordió el interior de los labios. Sabía que estaba terminantemente prohibido gritar, y sabía además que era el último llamado de advertencia

Finalmente consiguió calmarse lo suficiente para dejar el libro sobre la mesa y dirigirse hacia Naruto, el cual no dejaba de arrancar una hoja tras otra de uno de los tantos libros gruesos

-Vámonos- fue todo lo que sus labios pronunciaron al tiempo que lo sujetaba con firmeza del brazo, obligándole a caminar junto a él

Salieron de la biblioteca. Naruto no dejaba de arañarle con suavidad la muñeca en un intento por liberarse, y así lo hizo, luego de atravesar la avenida para dejarse caer pesadamente sobre una de las bancas cercanas a la parada de autobuses

-¿Qué rayos pasa contigo?- preguntó endureciendo la mirada. Naruto lo observó dolido. –Una semana y sigues haciendo lo mismo- le recordó, rehusándose a devolverle la mirada. Estaba enojado, peor que enojado. Las pocas horas que había pasado los últimos días en la biblioteca no había podido conseguir un mísero dato que lo ayudara a comprender mejor la existencia del ser que provocaba sus actuales pesares

Entre los cientos de volúmenes sobre seres mitológicos, apenas si había logrado recopilar lo básico. Meras conjeturas de lo que ya sabía acerca de Naruto. Y a pesar de ello no dejaba de sorprenderle la verosimilitud de todo. Era hilarante y estúpido, estúpido e intransigente

Tantas teorías y ninguna terminaba de convencerlo

Un desperdicio de horas, de días…

Y con lo que le había costado convencer a Naruto de que se quedara. Aunque en realidad no tenía más alternativas el hibrido, no sabía cómo volver por su cuenta y él no pensaba regresar a la casa del bosque hasta encontrar respuestas. Por más que deseara tener a Naruto a su lado, era demasiado egoísta para renunciar a su vida en la ciudad. A Naruto debía resultarle más fácil deslindarse de su ridícula e irrelevante rutina salvaje

Él tenía un trabajo, un diminuto círculo de amistades que se negaba a abandonar y entre ellos figuraban Suigetsu y Juugo. Este último dependía totalmente del primero, de ahí que la amistad se hubiera formado, aunque más que amistad él lo consideraba como…

-Compañerismo…- suspiró, sin saber realmente como etiquetar aquella relación mundana y superflua que le ayudaba a sobrellevar el aburrimiento acaecido por las extenuantes horas de trabajo

Le dolía la espalda, le ardían los ojos, y no que fuera quejumbroso, simplemente detestaba estar atado a una rutina y al mismo tiempo le parecía imposible desapegarse a la misma. Sin embargo Naruto se acostumbraría rápidamente. Casi una semana y ya no se quejaba de la picazón que le producía la ropa. Se había encargado personalmente de comprar algunas prendas de la talla del rubio, holgadas y de algodón, ropa cómoda que le permitiera moverse con libertad. Ahora se arrepentía un poco de ello

No había día en que no le atara la esponjosa e insólita cola a su pierna derecha. Algunas vendas y cinta adhesiva eran los recursos empleados para ocultar aquella extremidad tan…exótica

Phenomenon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora