tres

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"Su amor sublime y puro seria fácilmente representado por una suave lluvia de cerezos, porque mientras estos ríen, las azucenas lloran. El reencuentro se vuelve volátil, oscuro, pero los sentimientos prevalecen y bajo la sombra del escepticismo…"

El aliento templado le rozó la curvatura del cuello, tan cálido e insinuante que Sasuke no logró reprimir un suspiro

-Invades mi espacio personal- masculló apático. El rubio entrecerró los ojos, haciendo caso omiso de la advertencia, fijó su mirada en el ordenador y nuevamente la desvió hacia Sasuke

-Tienes dos horas aquí, quiero salir- sus labios se curvearon ligeramente hacia abajo, en un gesto tan enternecedor que Sasuke tuvo que volver la mirada a la pantalla antes de caer nuevamente bajo el hechizo de aquel bello hibrido

Porque eso era Naruto, ¿cierto?, un hibrido. Pero sin importar que ese extravagante muchacho fuera una deidad o una aberración del averno, no podía negarlo, era indiscutible la belleza física que poseía, y tras el paso de los días, Naruto se volvía más enérgico, su nivel de razonamiento se desequilibraba cada tanto tiempo. Era astuto, condenadamente astuto, sigiloso y enérgico. No obstante, carecía de conocimientos sobre la cultura general, los modales y la tecnología le eran ajenos, y sin embargo seguía resultándole tan perfecto ante sus ojos

Llevaba escasos tres días conviviendo con Naruto y contrario a lo que pensó, no había logrado esclarecer sus dudas, entre más cerca veía la luz que se encargaría de aniquilar su ignorancia, más interrogantes surgían, sumiéndolo en el mismo escepticismo, la misma incredulidad de antes de estar bajo el influjo del sueño

¿De qué otra forma podía estar presenciando tan extraño y hermoso ser?

Lógicamente no iba a mostrar tan abiertamente su reciente interés por el muchacho. Estaba atrapado en una irrealidad que comenzaba a pasar factura de manera simultánea. Porque sus dudas lentamente lo arrastraban hacia la demencia. Naruto bien podía ser una alucinación y él solamente alimentaba su delirio mediante conversaciones cortas y triviales

No le había resultado complicado comunicarse con Naruto, puesto que hablaba. El precioso hibrido tenía una voz en extremo aterciopelada, suave y melodiosa que lograba acaparar su atención por horas y horas. Aun si Naruto no paraba de parlotear sobre lo mismo, que si no le picaba la ropa, que si estaba enfermo para querer bañarse a diario, que si la cajita luminosa no le lastimaba la vista. Nimiedades…

Y él en cambio, no se atrevía a cuestionarlo, ¿Qué le iba a preguntar?

¿Te gustan los hombres?, ¿tienes pareja?, ¿eres real?...

Cualquier duda trascendental que pudiera tener no quería expresarla tan de súbito. Necesitaba adaptarse, a su nueva y temporal estancia, a su exorbitante arranque de inspiración y sobre todas las cosas, al par de orejas peludas en conjunto con la esponjosa cola cobriza de Naruto

A esas alturas, ambas extremidades ya eran mucho más notorias. Como si se tratara de una transformación a corto plazo

Inverosímil, era imposible, empírica y científicamente imposible

Una falacia, eso era, un desorden mental generado por las extenuantes horas laborales. Por supuesto, ¿Qué no decían que un escritor era más propenso a contraer aquellas peripecias?

Lagunas mentales, alucinaciones, espejismos, daba igual. Naruto no podía ser real, y aun así se negaba a aceptar que fuera obra de su bizarra mente

Su hipótesis de la existencia del hibrido se convertía en una tesis como tal al tocarlo. Apenas leves roces corporales que lo hacían doblegarse y situarse entre la realidad y una tórrida fantasía

Phenomenon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora