Me llamo Marco, así, sin ese. Tengo 42 años, dentro de 4 meses cumpliré 43. Seguramente pasaré mi próximo cumpleaños en la cárcel, encerrado, aunque quizás sea mejor que pasarlo solo en el campo, como siempre.
Este escrito, a quién sea que lo lea, es lo que pasó ayer, 12 de junio.
Trabajé desde los 12 años en el campo, al igual que mi padre, y el padre de mi padre, y seguramente su padre también. Hace 10 años que trabajaba en el campo del Sr. Barrientos, obviamente en negro y con un sueldo muy bajo, pero, ¿Qué más puede pedir un hombre de 30 años que no terminó ni la primaria? Fueron las palabras del Sr. Barrientos al ofrecerme empleo, el cual acepté. Era mejor que vivir en una pensión del estado.
Los maltratos del Sr. Barrientos eran constantes, odiaba mi trabajo, y comencé a odiar mi vida.
Hasta que conocí a Emilia, su hija, dos años menor que yo. Emilia comenzó a visitar el campo haciendo estudios en animales (Es veterinaria y estaba haciendo un doctorado en no sé qué). Emilia me hablaba sobre lo que estudiaba, me explicaba para qué servía cada instrumento que llevaba cada martes al campo, y a mí me encantaba escucharla. Así fue como empezamos a conocernos. La cuestión es que me enamoré de Emilia, y creo que ella de mí también. Empezó a ir más seguido al campo, donde nos encontrábamos apasionadamente.
La relación durante 7 años, hasta ayer, cuando el Sr. Barrientos llegó al campo sin aviso y nos descubrió.
Su exitosa hija y única heredera no podía estar con un simple peón de campo, sin bienes, sin apellido, sin nada.
Comenzó una violenta discusión entre el Sr. Barrientos y su hija, cuando él, inmerso en un odio profundo por tal decepción, le pegó a Emilia.
No me contuve y lo empujé con toda mi ira, dando su cabeza contra el piso fuertemente.
El Sr. Barrientos murió.
Y aunque el abogado dice que fue intencional, juro que esa basura se lo merecía.
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Escritos de cuarentena.
Short StoryRecopilación de cuentos cortos, poemas, notas y reseñas de buenas lecturas. Resultado de días de encierro.