Me despierto agitado y al abrir los ojos me encuentro en una habitación pequeñísima, como una
celda de cárcel.Estoy totalmente sudado. Hace frío y las paredes, que alguna vez fueron blancas,están cubiertas de moho y humedad. Una lámpara sobre un pequeño escritorio alumbra tenuemente la habitación. Mis ojos recorren cada pared en búsqueda de una puerta, o ventana, pero no hay.
Me incorporo lentamente del piso, mi cuerpo tiembla, del frío y del miedo. Sobre el escritorio encuentro una hoja de papel en blanco y a su lado una lapicera negra. Hay una silla de chapa oxidada. Me siento.
Todo me resulta familiar, pero extraño a la vez. En vano intento recordar.
El silencio reina. Intento gritar, pero de mis labios no puedo sacar una palabra.
Comienzo a desesperar. El silencio comienza a molestar, a incomodar.
Me siento aturdido, desconcertado. Necesito escapar, de esa pequeña habitación, del silencio que no para de abombarme.
Cierro los ojos y me tapo los oídos con las manos, intento recordar el sonido de mi voz, el vulgarbullicio de la ciudad, a mi hija riendo a carcajadas, el sonido de la Plaza Sarmiento la tarde de un domingo soleado. Las imágenes corren rápidamente por mi mente, pero como una película muda.
Sin sonido.
El silencio me perturba cada vez más. Intento oír los latidos de mi corazón, nada.
Agarro la débil silla de chapa y con fuerza la lanzo contra la pared, pero no emitió sonido.
De repente, escucho mi nombre, alguien lo grita, pero lejos. Siento que me sacuden y por fin, como quien logra salir de un túnel muy oscuro, despierto.
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Escritos de cuarentena.
Short StoryRecopilación de cuentos cortos, poemas, notas y reseñas de buenas lecturas. Resultado de días de encierro.