Terminé tumbado en la cama, estaba cansado, el dolor en mi labio aún perduraba y la sensación de cansancio comenzaba a golpearme internamente con un martillo. Después de todo lo que había pasado ese día, aún quería despertar al siguiente.
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- ¡No debiste decirlo! ¡Nunca debí contártelo! ¡Me traicionaste! ¡Te odio! ¡TE ODIO!
- Silencio. Silencio. Silencio.
- No vuelvas nunca más.
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2:13 AM.
Se me agitó el corazón hasta más no poder, y el aire se volvió denso, apenas podía respirar, sentía cómo una serpiente estrujaba mi pecho, hasta casi arrancarme el alma.
- Fue una pesadilla, sí, solo una pesadilla. -se me había hecho fácil mentirme últimamente.
Salí de la cama, bajé las escaleras hasta la sala. Abrí la puerta principal y me senté en las gradas de la entrada. Intenté apaciguar mi mente, y observé las estrellas, la luna, y las nubes que se volvían negras al caer la noche y me pregunté:
"¿Por qué algo cómo la noche hace caer en lo más profundo ha aquellos que ilumina?"
Quizá era un efecto de purificación, un efecto para recordar y tratar de enmendar o quizá era para recordarte los males que habías causado, dependiendo de que tenías en la conciencia, eso sería lo que te haría proyectar. Sea lo que sea, era seguro que la noche te hacía reflexionar, y hacerte cuestionar muchas cosas sobre la vida.
Me quedé despierto hasta las tres de la madrugada de esa mañana, sentado en esas gradas, pensando que tipo de persona era. Y caí en cuenta que ni yo mismo lo sabía. Así que me levante y camine por las calles de la ciudad, llegué hasta la antigua casa de los Moore, casa que habitaba Margaret mientras aún vivía. Sus padres habían abandonado ese lugar después de su muerte, y se habían ido a otra casa, justo a la costa del país. Sólo Rodolfo se había quedado en el mismo lugar, aunque en distinta casa. Muchos de los que pasaban por ahí murmuraban el estatus y la reputación que tenían los Moore, y no perdían el tiempo en comentar sobre la muerte trágica de uno de sus miembros, la más dulce, carismática y la que a pesar de ser una Moore, era la que tenía; en lugar de un orgullo severo cómo era característico de esa familia, empatía y amabilidad.
Casi podía escuchar las olas de la costa golpeando las arenas de la orilla, tan feroz como solo ellas pueden hacerlo y tan amable a la vez. Creo que las olas representaban el carácter de Margaret en cierta parte. Siempre me gustaba ir a la costa de la playa a caminar con los pies descalzos y sentir que era un niño, jugando y sonriendo sin preocupaciones sobre nada más que de vivir el momento de la existencia que era ahora. Siempre intenté alejarme de los problemas y de las cosas que me traería algunos, quizá era un cobarde que se retiraba del juego cada que veía las cosas difíciles. Pero ya no más, era tiempo de afrontarlo, así que entre por el portón principal de la casa que habitan los Moore y me escabullí como un pordiosero ladrón por la casa; ladrón de recuerdos, y fui directo al sótano. Buscaba aquello que me fue arrebatado, y lo cuál vendí por amor, pensaba que hacía lo correcto, pero ahora el tiempo me demuestra cuán equivocado estuve y lo que perdí no tuvo un precio ni una justificación.
En todos los espacios de ese sótano habían recuerdos agrios, amargos, dolorosos y dulces. Algo que me pareció sorprende de encontrar ahí tal cuál habían estado, creí que los habían tirado o quemado, o donado a alguna iglesia para los niños o para adornar paredes de casas elegantes. Creo que en el mundo todos tienen un don y un arte que formar y preparar, el mío era la carpintería y el de Margaret, la pintura. Ella era una mujer excepcional en el arte de pintar, sus cuadros fueron elogiados por muchos, excepto por sus padres, aunque su hermano le daba ánimos, con ese toqué de "soy muy malo y no te demuestro cuán orgulloso estoy" que parecía hasta cómico. Y yo por otro lado, siempre estaba admirando sus pinturas y felicitando su trabajo, creía que eso alteraría su ego, pero no fue así, nunca fue Margaret una persona con ese desagradable aspecto. Pero ella como yo, sabíamos que hacía un buen trabajo. Había pintado paisajes hermosos de los lugares que visitaba a veces con su familia, que por supuesto luego me mostraba a mi, y también había pintado cosas tan abstractas que llegaban a lo surrealista, hasta pintaba sus emociones, era tan increíble que alguien pintada sus emociones.
Al fondo del sótano había un cuadro colgado en la pared, en ese cuadro estaba Margareth y yo en el taller de mi padre cuándo teníamos 9 años, cuadro que nunca vieron los padres de Margareth, sino hasta cuándo falleció, ya que yo nunca fui bienvenido en su casa, por ser una persona de otra clase social.
Clase Alta.
Clase media.
Clase baja.Afortunadamente para nosotros, nuestra clase estaba en la media, pero para los Moore la clase media era igual que la baja. Así que siempre fue todo muy complicado a la hora de vernos.
Me acerqué al cuadro y note algo muy raro, detrás de este había un pequeño sobre. Tenía en la parte frontal grabada a lapicero "Ruins" junto a las iniciales "M.M.". Mi curiosidad por descubrir que había dentro del sobre qué llevaba un grabado tan peculiar me llevó a abrirlo con mucho cuidado para no estropear nada del interior, tomé con delicadeza el contenido del sobre qué era una hoja de papel doblado en cuatro partes, así que comencé a desplegar cada una de estas y el dolor recayó en mis hombros y pecho, era un precioso, oscuro y doloroso dibujo, con una fecha en específico que mataría toda tranquilidad en mí, la fecha que tenía era la de dos días antes de su muerte, abajo de esta decía "Así me he sentido desde que sé la verdad, pero el final aún no llega y las murallas en pie tienen que estar para que vuelvas a tu hogar -M.M."
Mis piernas se rompieron y caí de rodillas a la tierra sagrada del que supone salió el hombre por el soplido de aliento de un dios omnipotente. El dibujo que contenía ese sobre era un enorme castillo abandonado y en ruinas a punto de caer, con telarañas y espinas a su alrededor, con un cielo gris y cuervos volando por los surcos vientos del firmamento, pero aún con todo lo antes mencionado, aún no caía, aún se mantenía, aún esperaba a alguien que volviera a darle vida y que encendiera la chimenea de ese lugar.
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Espero les haya gustado el quinto capítulo de esta historia, si tienen críticas sobre esto, pueden hacérmelas libremente. Estaré atento para responderlas.
J.H.
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CUERVOS.
Teen FictionUna simple y muy entretenida historia de auto crecimiento, dónde acompañas a un peculiar chico a pasar por muchas cosas, tanto buenas como malas, y a comprender que la riqueza está tanto en la vida como en la muerte, dando así que la negación de ést...