Capitulo 8

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Capítulo 8

Sarah

Si alguna vez pensé que me sentiría deseada, hermosa o sexy con el padre biológico de mis hijos, estaba equivocada, ruedo mi cuerpo en la cama y después de tanto tiempo siento esa molestia entre mis muslos, que me hace sonreír. Estoy sola en la cama, Horacio hablaba muy serio cuando dijo lo de escaparnos, ayer viernes, a medio día llego a la reportaría y luego un beso alucinante, dijo que nos íbamos, y luego tuvo que aclararme que ya había planeado todo y los niños iban a estar bien cuidados. En el camino a dónde íbamos, me aclaro que había planeado un fin de semana solos, luego de consultar con Cristina y que ella y Carlos le aseguraron que se quedarían a cargo de los chicos, cuidar a Tomas y que Gustavo y Benjamín fueran a sus prácticas.

Dos horas después llegamos a un hermoso complejo de vacaciones en medio de árboles altos y hermosos. Horacio busco las llaves de la cabaña y luego nos fuimos otros diez minutos más en auto. Debo admitir que no hemos salido mucho de la habitación, pedimos una cena tardía, y tuvimos el placer de comerla en la cama, desnudos.

Ahora no escucho la ducha o algún sonido que me indique donde esta este hombre, busco mi ropa, pero solo encuentro mis bragas sobre el escritorio y una camisa, que definitivamente no es la mía, con eso puesto voy la lavo mis dientes y salgo. No escucho nada y casi creo que estoy sola, pero cuando veo a la pequeña terraza, lo veo, lleva un pantalón largo suelto de pijama y nada más, está hablando por teléfono, no puedo distinguir si era de trabajo o no, así que me siento en el sofá y lo contemplo.

Cuando voltea, luego de terminar la llamada, su rostro cambia cuando me nota en el sofá y eso hace que mi corazón se agite como loco, como nunca lo sentí antes. Para ser un hombre que está en sus cuarentas su cuerpo está bien trabajado, aunque no se ve marcado como lo estaría un jovencito, y eso me gusta, debo admitir que me encantas tus brazos fuertes.

-Buenos días. – dice cuando se sienta a mi lado. - ¿Cómo dormiste?

- Las pocas horas que lo hicimos, muy bien. – digo lo veo tocar el borde de su camisa.

- Me gusta cómo te queda. – grito cuando no me espero que me coloque sobre sus piernas. - ¿Tienes hambre?

-Bastante. – besa mi cuello y sus manos recorren mis muslos. –Horacio, en serio quiero comida.

-Lo siento, no puedo dejar de tocarte, espere mucho para hacerlo. – toma mi rostro y puedo notar algo diferente en sus ojos, algo que hace que yo quiera llorar de emoción. – Muero por decírtelo, pero no quiero que salgas corriendo.

-Quiero escucharlo. – Le digo, porque sé que yo también tengo miedo, porque yo también siento lo que él quiere decir. - ¿Por qué me sostienes tan fuerte?

-Tengo miedo que te vayas. –

-Si me hubiera querido ir, ya lo hubiera hecho. – toco su cabello, me encanta su color rojizo, la recuesta su cabeza buscando mi contacto. – Te amo Horacio. – sus ojos se abren de golpe y brillan mucho más que antes.

-Dímelo- pide, casi suplicando.

-Te amo, tengo miedo, pero no puedo simplemente no puedo no sentir.

-Yo que pensaba torturarte para sacarte esa declaración.

-Puedes seguir intentándolo. – bajo de sus piernas cuando suena el timbre de la cabaña, él se levanta a abrir, pero se voltea hacia mi antes de llegar a la puerta.

-Sarah – volteo a verlo desde el sofá. – También te amo.

Comemos en un silencio tranquilo, estamos recogiendo la basura cuando su teléfono suena, cuando lo ve se ríe y me lo entrega, es una foto de nuestros hijos en diferentes poses, Cris y Carlos están besándose, Elena riendo, Tomas haciendo la pose del hombre araña, Gus y Benja están haciendo la pose de hombres malos dándose la espalda y cruzando los brazos en sus pechos. Noto que es el número de Cristina y tiene un mensaje que dice: "Libre de padres, hazla disfrutar, Tomas dice que quiere un Hermanito." No puedo evitar reírme.

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