Capitulo 2. Thanatos

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Incluso entonces, en algún sombrío cristal de nuestro aliento
Nuestros corazones evocan la imagen salvaje de la muerte,
sombras y abismos que bordean la eternidad

  —  Through Death To Love, Dante Gabriel Rossetti

El bisbiseo casi inaudible de la radio con la voz monótona de la locutora había informado que pasaron dos horas y treinta minutos.
Los bosques apenas se notaban por la velocidad a la que iban, ráfagas de verde y blanco nieve.

Hayley se mantuvo callada durante el viaje, evitando preguntas y alejándose de las conversaciones, a sus amigos les inquietaba su elipsis y a la vez temían por Hayley, ella era como el hielo que en cualquier momento tendría una fisura y se quebraría. Sabía que no podría permanecer en ese estado, desalentaría a sus amigos y les arruinaría la noche pero no podía evitar que sus pensamientos siempre se dirijan a la despoblada calle: maquinando, repensando y calculando.

Camille y Nate hablaban, pero sus conversaciones se escuchaban apagadas por sus pensamientos. Hayley apenas oía lo que decían, pensaba una y otra vez en el mismo tema y no paraba de morderse el labio inferior hasta sentir que el sabor metálico de la sangre explotaba en sus labios.

Camille, tras pensar que si Hayley seguía callada comenzarían a salirle subtítulos, vacilante por unos segundos comenzó a observar de forma particular a una botella de agua.

Al final tras titubear por un momento, finalmente derramó el agua en los pies de Hayley.

—Camille, ¡Que te pasa! Oh Dios, ¿acaso crees que llevo una centrifugadora portátil conmigo? Si la tendría le daría otro uso específico y sería tirártelo a la cabeza. ¿Qué he hecho para merecer esto? Ahora resulta que tampoco puedo pensar en paz.

Al principio Hayley balbuceaba, subiendo de tono a medida que hablaba, hasta llegar a gritar, frustrada con Camille.

— ¡Gracias al cielo! Me debes mucho, mejor en tus pies que en tu maquillaje. Hayley ya llegamos, después, aunque no quieras me contarás todo lo que escuchaste en el taller.

Hayley no le diría nada, ella no podría hacer nada por ella además de preocuparse.

— ¡Camille, mi auto! Lo has mojado todo. —exclamó Nate con grima, mirando el tapete del asiento trasero de su carro.

— Lo siento tanto... so que não. —ella río a carcajadas y se bajó del auto

Hayley bajo del auto acomodándose el vestido. La sensación en sus pies era bastante desagradable, sonaba un puff-paff cada vez que daba un paso.

—Camille. —ella se detuvo y giró con las cejas alzadas como si le digiera ¿sí?

Al verla su amiga supo que necesitaba y le dio un abrazo y por un momento Hayley se dejó apoyar en ella, solo lo suficiente para reconstruirse.

No se sentía asustada, en general era como pensar que alguien le quiera hacer algo a su padre o a ella misma la llenarán de ansiedad por hacer algo al respecto, además pensar que alguien la estuvieran espiando traía consigo sentimientos de culpabilidad por no haberse dado cuenta antes.

Recordar como ella no hizo nada para proteger a sus amigos era como un puñetazo en el cerebro que le rogaba que ella misma se dé un puñetazo, actuó de manera débil, inmadura y arrogante. Pero el miedo no estaba, el riesgo no era inminente y creer que si le querían hacer daño seria dentro de muchos años hacia que todo fuera más llevadero.

Pensó que eso hace que todo sea más horrible, horriblemente ligero.

Una noche de fiesta sería una distracción perfecta.

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