capítulo 1.

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Mi nombre es Charlie Dunne, nací en México en el año 2000.
Cuando tenía nueve años algo pasó en mi vida que me marco para siempre, no era una tragedia pero para un niño de nueve años es lo peor que le puede pasar. ¿Qué harían ustedes si su padre los rechazará cada de que quisieran darle un abrazo? Por supuesto, sentirían que su padre no los quiere, día y noche me preguntaba el por qué cada de que quería jugar con él, él simplemente me decía que me calmara.
El tiempo pasó y me convertí en el típico chico que siempre se la pasa solo y triste, pero lo oculta con una apariencia de chico malo. En el amor no creo, pues fui criado en un ambiente donde la infidelidad y las discusiones de pareja eran el pan de cada día.
Realmente mi vida es una mierda. Las personas que intentan tener una conversación conmigo terminan alejándose, son contados los amigos que tengo, y si, lo único que me hace feliz es la felicidad de mi hermana.
Son las 5:00 de la madrugada, todos en casa están durmiendo, mientras yo estoy hundido en mis pensamientos, juro que si fuera débil mi cuerpo no estuviera en esta cama y mi alma estuviera descansando.

A la mañana siguiente mi hermana entro a mi habitación gritando, haciendo que despertara del gran sueño que estaba teniendo y provocando un gran dolor de cabeza.

-¿Puedes callarte?- le dije de mala gana.

-Tienes que ver esto, una nueva familia acaba de mudarse a la casa de a lado.

-Mierda, lo que me faltaba- rodé los ojos y me levanté de la cama-¿Por qué te emocionas tanto, Caley?- los últimos vecinos eran un par de adolescentes escandalosos y mierdas.
Camine hacía la ventana y cuando llegue a ella pude ver a un niño de la edad de Caley.

-Ok, ¿Es por él que estás tan emocionada?- voltee a ver a Caley, ella asintió avergonzada.
Sonreí al ver como mi hermana se mordía las uñas nerviosamente.

-Joder, ¿Quieres calmarte un poco? Hasta acá puedo ver el latido de tu corazón.

-Lo siento, no sé por qué reaccioné de está manera. Supongo que me hizo mal ver qué voy a tener un vecino de mi edad- dijo rascándose la nuca.

-¡Ja! Te conozco, estoy seguro que no es sólo por qué él parece de tu edad, pequeña hermana.

Si, soy el hermano básico que se enoja cada que su hermana habla de un chico que le gusta, pero siempre nos hemos tenido confianza, y cada de que se llega la noche ella me plática de todos los chicos que le gustan, en especial de uno. Sheridan, su nombre es Sheridan.

-¡Oh, no! No, no, te recuerdo que el que me gusta es Sheridan- agitó sus manos delante de mí en la negación.

-Por Dios, Caley. A ti te gustan todos- dije en carcajadas. Ella se agarró dramáticamente el pecho. Después me miró por unos segundos.

-¿Qué?- una sonrisa se deslizó a mis labios.

-¡Cállate!- exclamó con desaprobación-Eres un imbécil.

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