«Leticia estaba aburrida, hasta que llegó Elliot para obtener la mejor versión de ella».
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𝙃𝙞𝙨𝙩𝙤𝙧𝙞𝙖 𝘾𝙤𝙧𝙩𝙖.
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No soy una persona vengativa, quiero aclararlo antes de contarles cómo es que he terminado castigada. Soy alguien que puede pasar de largo las bromas de las personas, sin embargo, cuando éstas se vuelven un dolor de cabeza, llega un momento que la bomba de tiempo, hace: ¡Boom! Y ya no se puede remediar cuando este ha explotado.
Eso es lo que ha pasado conmigo.
Exploté y terminé dándole una lección a un tipo de mi curso enterrando su cabeza en el lodo.
Se lo merece y aunque estoy sola dentro del salón, me siento orgullosa por defenderme, había otras formas de aclarar el asunto, pero el chico era muy hostil.
¡Él es el que tiene que estar aquí!
Dejo escapar una bocanada de aire frustrada y prosigo resolviendo las actividades que dejaron como tarea, según la directora López, tengo todo el tiempo suficiente hasta que el castigo finalice en dos horas.
Sin embargo, escucho como abren la puerta seguido de unas letanías de maldiciones, a pesar de que quiero seguir con la tarea, la curiosidad me gana y alzo la cabeza para encontrarme con un chico con la expresión fastidiada.
Me ajusto los lentes que comienzan a resbalarse por mi nariz.
Lleva la mochila colgada en un hombro y el uniforme hecho un desastre.
Al darse cuenta de mi presencia, su expresión cambia a una más relajada y divertida.
No tengo idea de quién es. Enseguida deja caer su mochila al suelo y arrastra una silla para ponerla frente a mí y sentarse.
—¡Hostias, esto no me lo esperaba! ¡¿Cómo estás tía?!
Tardo unos segundos en prestarle atención, abro la boca tratando de que mi cerebro pueda procesar lo que ha dicho, porque no le he entendido, quiero mencionar que su acento es desconocido ante mis oídos.
—Eh, creo que estás confundido, yo no soy tu tía.
Él frunce el ceño sorprendido y en segundos rompe a carcajadas.
—Eres muy graciosa, que guay. Ahora sé que mi castigo no será tan aburrido.
—¿Podrías ser tan amable respetando mi espacio personal?
—No llevo ni cinco minutos en este lugar y ya te pongo nerviosa, ¿eh? —hace un bailecito ridículo con las cejas —vale, lo siento, hemos empezado mal, me llamo Elliot Salas, recién llegado de Madrid.
Mientras Elliot comienza a parlotear y finjo prestarle atención, le doy un rápido repaso a su aspecto, su cabello es castaño oscuro, invadido por pequeños rulos demasiado rebeldes, su rostro me llama la atención, es condenadamente lindo, sin importar que tenga marcas de acné en sus mejillas, tiene una nariz respingada y labios gruesos, esto ultimo me los quedo viendo por más tiempo, de repente, un chasquido me hace reaccionar.