#2 ¿Que podría salir mal?

1.7K 181 208
                                    

Recapitulando. Estamos aquí nuevamente. Sentada en frente de ti. Quién iba a decir que estaría tomando mi desayuno mientras escribo en esta cosa como si fueras un tipo de psicólogo que escuchara a todos mis problemas de adolescente como si fueras a contestarme. 

Y lo peor: mi madre puede leer esto (Porque, lo sé, mamá, sé que te atreverías a leer mis cosas privadas, aunque estuviera escrito en grandes letras. Te daría igual.) Pero, en fin. Como si pudieses hacer una cosa al respecto. 

No quiero hacerme ni un pensamiento negativo. Quizá Stan solamente quiera tener un círculo social mucho más amplio. ¿Qué habría de mal en eso? 

Pero, no puedo evitar sentirme inquieta. 

Con cariño, (t/n).

Inquieta. Era como se sentía cuando comenzó a bajar por los escalones con su mochila en su espalda. Con la taza en una de sus manos mientras mantenía cuidado en no perder ni un solo escalón. Estaba realmente metida en sus pensamientos. Pero, incluso con eso noto como en ni un solo momento Stan había llamado a su timbre a por su desayuno matutino. 

Inquietándola mucho más si pudiera ser posible. 

Sus emociones habían crecido tanto al punto de que sentía que había un fuego en su interior. Uno en donde resonaban las alarmas de peligro de que con un solo mal paso todo podía quedarse cubierto por un incendio incapaz de apagar. Que dañaría todo. Que consumiría su felicidad. 

Todo porque había permitido que sus emociones crecieran por Stan, porque no le puso freno en cuanto pudo. 

El sonido del timbre resonando la interrumpió. Colocando su taza en el fregadero. Caminando tranquilamente hacia el sitio. Un tanto apagada si es que podía ser sincera al respecto.
Y abrió la puerta. 

Encontrándose cara a cara con el dueño de sus pensamientos: Stanley Barber. 

Así como pudo notar como sostenía una bolsa café en sus manos, con una sonrisa brillante solamente para ella en esas tempranas horas. 

(t/n) se encontró parpadeando en sorpresa. Frente a la casa de ella estaba el auto del padre del chico en si con su motor apagado. Pero con tan solo ver al chico de pie frente a su casa era como si toda esa inquietud y malos pensamientos se desvanecieran con un sol brillante que iluminaba absolutamente todo sin dejar un solo sitio con sombra. 

—(t/n) — comenzó él prontamente sin dejar de sonreír —, eh... te prepare el desayuno el día de hoy. 

"Ya desayuné." Pensó prontamente ella sin querer soltarlo en voz alta. Pero, no podía atreverse a soltar esas palabras crueles frente al chico en sí. No eran sus padres para ser tan fríamente sincera. 

—¿Te sientes bien por casualidad? — ella le pregunto, apoyándose contra el marco de la puerta con sus brazos cruzados —. Usualmente... no harías algo como esto. Además, ¿por qué? 

El ahora lucía un tanto nervioso mientras soltaba una risita. Que en opinión de ella era lo mejor que podría escuchar. 

—¿Ya desayunaste, no es así? Esto fue una idiotez... lo siento, no debí. 

—No — ella dijo prontamente, dando un paso adelante, arrebatándole la bolsa marrón —, me lo comeré con mucho gusto, después de todo... el grandioso Stanley Barber me preparo el desayuno, yey. 

—No tienes que... 

—Pero quiero. 

Ella sonrió. Cerrando la puerta de su casa con sus llaves ya en su mochila. Con la bolsa aun entre sus dedos. A punto de ir a subirse al lado del copiloto en el auto, cuando Stan se quedó de pie jugando con las llaves como si no supiera como comenzara a decirle lo que pasaba por su mente en esos momentos. 

Querido Stan... te quiero {Stanley Barber & Lectora} FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora